Los devotos comienzos de Sorolla
El Museo Sorolla presenta Tormento y Devoción. Comisariada por Luis Alberto Pérez Velarde, la selección de 46 obras expuestas, en su mayoría inéditas para el gran público, ha sido posible gracias a una intensa y sistemática investigación, y a la generosidad de colecciones particulares, entidades eclesiásticas e instituciones que han colaborado con el centro madrileño en esta ocasión.
La muestra propone un recorrido por el trabajo más desconocido del valenciano, la pintura religiosa. Y es que, aunque Sorolla es más conocido por ser un autor de lo terrenal, las escenas devocionales fueron un género que también cultivó, sobre todo durante los primeros años de su carrera. Además, las obras de aquella época dan a conocer la faceta más angustiada y desesperanzada del artista.
Se trata, pues, de una serie de óleos de muy difícil acceso que permite recorrer con detalle y desde una nueva perspectiva el inicio de una trayectoria artística brillante, así como descubrir una selección de pinturas nunca antes reunidas.
La exposición comienza con un repaso de los primeros años de su carrera (1880-1890), en los que Sorolla aborda el asunto religioso y empieza a consolidarse como artista. Decía Goethe que todo comienzo tiene su encanto y, desde un punto de vista literario, tal vez estuviera en lo cierto. Para el lector apasionado, el comienzo de una nueva novela – aunque sea una tragedia– puede resultar muy agradable; sin embargo, quien protagoniza esa desgracia lo vive de un modo completamente distinto. En el caso de Sorolla, esos inicios destacan por su primera medalla de oro en 1883 con Monja en oración, pero también encontramos en la misma sala otra obra que le trajo un enorme sufrimiento y supuso un importante fracaso en la trayectoria del artista.
El entierro de Cristo (1885-1887) protagoniza la muestra y, sin duda, es fundamental para comprender esta etapa de su carrera. En esta ocasión, la crítica fue despiada con Sorolla y la ambición puesta en esta obra desembocó en un tormento que desvaneció sus juveniles aspiraciones. Abandonada en su estudio, la tela sufrió grandes daños y solo se conservan tres fragmentos. Afortunadamente, el equipo del museo ha llevado a cabo un complejo proceso de restauración y podrá verse un montaje que trata de reconstruir la esencia de esta obra.
A continuación, se muestran varias pinturas de finales de la década de los ochenta, cuando Sorolla se instaló en Madrid. Pintó una serie de escenas religiosas populares que conforman el segundo ámbito de la exposición. Obras como Duelo están protagonizadas por gente anónima que recibe los sacramentos o que participa en ceremonias litúrgicas. También destaca La bendición en la barca, una de las escenas de pescadores del denominado “costumbrismo marinero”.
Cierran el recorrido unas pocas pinturas de devoción realizadas durante su estancia en Roma, en las cuales concentró más esfuerzo y esperanzas que en los desnudos académicos que, como pensionado, debía enviar periódicamente a Valencia. En este espacio, junto a El buen ladrón crucificado. San Dimas, destaca también la Virgen María.
Sorolla. Tormento y Devoción, abierta hasta el 9 de enero de 2022, ofrece dos facetas clave para comprender la pintura del autor desde sus inicios; unos inicios marcados por la pintura religiosa, por un lado, y por el esfuerzo y el sacrificio que lo llevaron a alcanzar el reconocimiento que tiene hoy en día. Alfonso Echevarne