El Museo bilbaíno adquiere un importante Paret
El Museo de Bellas Artes de Bilbao presenta la obra Vista de Bermeo, 1783, del artista Luis Paret y Alcázar (Madrid, 1746-1799), adquirida a los herederos de José Luis Várez Fisa. La obra ha sido obtenida a través de un préstamo, sin coste financiero gracias al patrocinio de BBK, el cual se sufragará a lo largo de los próximos años con la aportación de los Amigos del Museo.
La pieza suma a su inapelable valor artístico su gran interés histórico, ya que está considerada la primera obra de la serie de cuadros que representan los puertos de la costa del Cantábrico y la primera vista del País Vasco realizada por el artista madrileño. Se puede considerar como la primera imagen moderna y puramente artística que se conserva de una localidad vasca. Este oleo, que presenta un espléndido estado de conservación, a pesar de su delicado soporte de cobre, conjuga a la perfección una estudiada composición y puesta en escena con unos acabados exquisitos y minuciosos. Paret aborda la vista como un encuentro social, en la que dignifica los tipos y costumbres, y que en el caso del País Vasco es un testimonio gráfico sin precedentes. Fue pintada en 1783 para el futuro Carlos IV, el por entonces Príncipe de Asturias e hijo del rey Carlos III. La Vista de Bermeo es la primera vista hecha por Paret de la que se tiene constancia, y es considerada como la que precede a todas las demás. Se correspondía con el número 215 (numeración que aún figura en la cara de la pintura) del inventario de obras conservadas por el Príncipe de Asturias en la Casita de Abajo. El artista concibió esta obra como pareja de otra vista de Bermeo (actualmente desaparecida) en la que captaba el puerto en plena borrasca. Esta visión panorámica parte de la iglesia gótica de Santa Eufemia, situada a la izquierda de la composición, pasa por la emblemática casa-torre Ercilla, en el centro del cuadro, y llega hasta las ruinas de la iglesia de Santa María de la Atalaya, ubicada en el lado derecho. Construido en piedra arenisca, y de estilo gótico, por sus dimensiones (84 metros de longitud por 55 de anchura) este templo, documentado ya a comienzos del siglo XIV, había sido uno de los edificios religiosos más imponentes de Bizkaia y fue sede de las reuniones de los gremios y cofradías de la villa.
Durante los años que pasó en Bilbao Paret desarrolló una obra de madurez, variada y moderna, pero hasta cierto punto ensombrecida por la figura de Francisco de Goya. Sus obras bilbaínas son un fiel exponente del estilo rococó, por entonces aún vigente y del cual es considerado su máximo representante nacional. Este estilo defendía un tipo de pintura desenfadada, frívola e intrascendente que buscaba una excusa para mostrar la indolencia y la alegría de vivir de las clases más acomodadas. Características que se aprecian en sus maravillosas vistas portuarias, tanto las que pintó al menos desde 1783, como las que realizó por petición real a partir del 4 de julio de 1786, fecha en el que Carlos III le comisionó pintar los puertos del Cantábrico.