EL MINUCIOSO Y SUGERENTE TRABAJO DE ALEX MAKENZIE
En KiKEKELLER (Corredera Baja de San Pablo,17.Madrid) , un espacio multidisciplinar donde los objetos y el arte se encuentran, se exhiben los últimos trabajo del creador norteamericano Alexander Mackenzie (Rhinebeck, Nueva York, 1975), que actualmente vive y trabaja en Madrid, En la exposición, bajo el titulo de REEBOT, Makenzie ahonda en un discurso que transita por el dibujo clásico, la minucia a la hora de plasmar sus trabajos sobre papel y una originalidad en sus planteamientos plásticos.
La docena de obras sobre papel de Alex Makenzie, que se podrán ver hasta el 18 de noviembre, intervienen en cada una de las estancias con esa serie de objetos diseñados por los gestores de este espacio hasta establecer un diálogo en este espacio interactivo. Tras disfrutar de las obras expuestas en esta galería queda una sensación de gusto por la metáfora, la reflexión y por un relato muy bien desarrollado por el artista, al que ocupan y quizás preocupen el quehacer plástico pero también los grandes temas actuales: el medio ambiente, la arquitectura, el exceso de ruido.
En el recorrido por la exposición, que comienza con un rollo mecánico, sin título de más de más de 5 metros enrollado, encontramos algunas de las claves del trabajo de Makenzie. A base de tinta, grafito, carboncillo y pastel sobre papel, el autor demuestra un dominio del dibujo, de la proporción arquitectónica, pero también del conocimiento de las técnicas de impresión en 3D y de sensores foto-ópticos y motores en movimiento. Es una pieza singular, donde va perfilando una imagen, casi en movimiento, como si fuera la secuencia de algo soñado y panorámico, que invita al que lo mira a ir creando su propio relato de lo que está viendo, Hay también una reflexión del paso de la naturaleza algo degradada a la ciudad con ese skiline, quizá inspirado en Nueva York o Chicago.
Y una segunda cosa es revelar, que se mantiene en todas las obras, cómo Makenzie tiene versatilidad y domina la técnica del carboncillo, el uso de la pluma, el discurrir de la tinta y del aerógrafo y el suave tono con el pastel, a los que incorpora sus innovadores toques de electricidad y su conocimiento de los microprocesadores.
Tras el virtuosismo de la pieza Scroll 1, Mackenzie nos sumerge en seis composiciones donde alterna el esquematismo de los primeros videojuegos de Atari en piezas como Game Over, Drive all night, News Feed, pero también con críticas aceradas en This land is my land, que simboliza la segregación que intenta el gobierno norteamericano actual con su vecino del sur, en esta última obra. O esa lírica recreación con esa pluma de badminton, de estilo hiperrealista que flota en medio de una constelación, denominada Coasting, con ese contraste lumínico de estrellas fugaces sobre fondo negro.
En la tercera sala tres trípticos electroluminiscentes, que se activan con la presencia humana, que partiendo de una imagen de Holbein echa a volar su imaginación en Astrólogo, Agricultor y Farmacéutico, para conferir simbolismo a la escena. Por último, una obra en gran formato, Pescadería, que desde el ojo fotográfico y su dominio de la arquitectura, sabe extraer desde la contemporaneidad momentos cotidianos de seres que habitan la gran ciudad y preguntarse y preguntarnos en qué mundo nos gustaría vivir. Julián H.Miranda