El Louvre compra el Cimabue de 24 millones
‘La burla de Cristo’ encontrado por casualidad en la cocina de una vivienda francesa y adquirido por la Colección Alana a un precio de récord, termina en manos del Gobierno galo, que lo expondrá en el museo parisino.
La ministra de Cultura, Rima Abdul Malak, y la presidenta-directora del museo del Louvre, Laurence des Cars, anuncian la entrada en las colecciones del Louvre de La burla de Cristo de Cimabue (hacia 1240-1302) y Marine Terrasse dibujo de Victor Hugo (1802-1885).
Se trata de dos obras excepcionales, antiguamente en colecciones particulares, clasificadas ambas como Tesoro Nacional. Estas adquisiciones son el resultado de una movilización excepcional del Louvre, que permite conservar en Francia piezas codiciadas por los museos más grandes del mundo y hacerlas accesibles a todos.
La burla de Cristo de Cimabue constituye una etapa crucial en la historia del arte, porque marca la fascinante transición del icono a la pintura. Caído en el olvido, este panel rarísimo del pintor florentino pertenecía a un conjunto del que solo se conocen dos ejemplos en el mundo, en la Frick Collection de Nueva York y la National Gallery de Londres.
Cimabue sienta las bases de una nueva forma de pintar y aborda cuestiones que serán centrales para el Renacimiento: la representación ilusionista del espacio, la del cuerpo, la luz y los sentimientos humanos. Apenas se conocen unos 15 trabajos del autor –principalmente pinturas al fresco–, por eso La burla de Cristo constituye un Tesoro Nacional de gran importancia.
Este cuadro inédito se une así a la monumental Maestà, otra obra maestra de Cimabue que el Louvre conserva, aunque ahora se está restaurando. Juntos, las dos pinturas serán objeto de una exposición-evento en la primavera de 2025.
La segunda compra anunciada por el Ministerio de Cultura galo ha sido Marine Terrace, un dibujo único en la obra de Victor Hugo, por su intensidad dramática, su dimensión biográfica y su estética innovadora. Se ha adquirido por cortesía de la Sociedad de Amigos del Louvre, gracias al legado del Sr. Guy Maherault. Expulsado de Francia en 1852 tras la publicación de Napoleón el Pequeño, Víctor Hugo llegó a la isla de Jersey, donde se instaló con su familia en Marine Terrace, una casa junto al océano. Allí continuará su obra literaria, pero también sus investigaciones gráficas que culminan en esta composición visionaria, testimonio de su exilio en esta casa –que tenía la forma de una tumba–, pero también de su largo romance con Juliette Drouet (cuyas iniciales se mezclan con las suyas brillando en el cielo).
De gran inventiva formal, con el abrazo erótico de las cartas desproporcionadas que evoca el abrazo de dos amantes unidos por más allá de la muerte, esta obra que Drouet califica de «espléndida reliquia de amor y arte» permite comprender el interés que los surrealistas llevarán a los dibujos de Victor Hugo.