El ‘Libro Verde’ de Patrimonio, distinguido con el Premio Ciudadanía
El BOE ha publicado el fallo de la XVIII edición de los Premios a la Calidad e Innovación en la Gestión Pública, que reconocen excelencia, innovación e impacto ciudadano. Una la de las distinciones ha sido para el ‘Libro Verde’, que promueve una gestión sostenible del patrimonio cultural y menciona buenas prácticas del Museo Nacional del Prado, el Guggenheim de Bilbao o el Museo Sorolla.
Este año el jurado ha querido conceder el Premio Ciudadanía a la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, por la práctica ‘Libro Verde para la gestión sostenible del patrimonio cultural’. Esta distinción reconoce la calidad e impacto en la ciudadanía de iniciativas promovidas por organismos públicos.
El Libro Verde fue presentado hace dos años por el exministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, como una herramienta dirigida a gestores culturales para afrontar los desafíos que suponen la conservación, restauración y difusión del patrimonio en el mundo actual.
La guía se reeditó en 2024 con Ernest Urtasun, pero el propósito continúa siendo el mismo: ofrecer una hoja de ruta para la gestión sostenible. En palabras del exdirector general de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, Isaac Sastre Diego: “Con él se busca avanzar en la cooperación entre gestor y comunidad, promover la implantación de instrumentos de evaluación y control e incentivar la adopción de un enfoque proactivo en relación con el desarrollo sostenible”.
Aunque el camino hacia la sostenibilidad no es rápido ni fácil, cada vez son más los museos estatales que implementan las medidas descritas en este documento. Uno de los puntos clave del contenido es la planificación, que considera una herramienta fundamental para alcanzar una gestión razonable.
En este apartado, destaca la Carta de Servicios del Museo Sorolla, donde además de los servicios, derechos y participación del público, normativa reguladora o fines del centro, estipula una serie de acciones que mejoran las condiciones de la prestación del servicio, los sistemas normalizados de gestión de calidad, medioambiente y prevención de riesgos laborales.
En el ámbito de la financiación, la guía valora el patrocinio y mecenazgo como un mecanismo de gestión económica eficiente. Aquí nombra como ejemplo la campaña de micromecenazgo que el Museo del Prado puso en marcha para la adquisición del cuadro Retrato de niña con paloma, de Simon Vouet, en 2018.
Otra maniobra cultural del Prado que cita el Libro Verde, esta vez bajo el paraguas de la responsabilidad social y la conciencia medioambiental, es la campaña de difusión y concienciación que realizó en colaboración con WWF con motivo de la celebración de la Cumbre del Clima (Madrid, 2019).
A través de pinturas icónicas de su colección mostraron hipotéticamente los efectos del cambio climático, ilustrando cómo sería el planeta si la temperatura aumentara más de 1,5º, el punto de inflexión que establecen los científicos después del que se producirán daños impredecibles.
En esta línea, la guía menciona los cuatro retos de los organismos públicos culturales para alcanzar la sostenibilidad ambiental: promover el patrimonio cultural como fuente de conocimiento para la mitigación del cambio climático; favorecer un consumo responsable; profundizar en la afectación de la instalación de energías renovables; y mejorar los mecanismos de respuesta antes las emergencias de carácter naturales y antrópico.
Otro modelo de buenas prácticas que aparece registrado en el documento está protagonizado por el Museo Guggenheim de Bilbao. En abril de 2022, se comprometió a reducir su huella de carbono que, anteriormente, había estimado en 4.313 toneladas. Esta era producida por la iluminación y climatización (40%), transporte de obras de arte a exposiciones temporales (25%) y desplazamientos del personal.
Por ello, adoptó las siguientes medidas: tratamiento especial a las lonas, banderolas y vinilos de promoción de las actividades del museo que contribuye a purificar el aire; alquiler de embalajes; transporte compartido de obras de arte con otros centros; y reutilización y uso compartido de elementos museográficos con otras galerías.
El último ejemplo que propone de buena práctica es el que la Subdirección General de Museos Estatales puso en marcha en 2022 respecto al reciclaje de banderolas publicitarias que se producen para la fachada del Ministerio de Cultura por el Día Internacional de los Museos.
Estas banderolas se han convertido en carpetas portafolios confeccionadas en el taller de costura Ellas Bordan, que ofrece oportunidades laborales a mujeres en situación de vulnerabilidad o riesgo de exclusión. Nerea Méndez Pérez