El legado de Ger Luijten o las últimas adquisiciones de Custodia
La institución francesa organiza una exposición en torno a las compras de los últimos 12 años, en un recorrido por unas 150 pinturas, grabados, dibujos y cartas manuscritas que son, al mismo tiempo, una demostración de su apuesta por incrementar la colección original y un homenaje al anterior director de la Fundación, Ger Luijten.
Quienes hayan tenido ocasión de conocer en persona a Ger Luijten, responsable de la Fundación Custodia durante más de una década, sabrán de su empeño por estudiar la colección permanente e incrementarla con nuevas piezas. No perdía la oportunidad de cubrir lagunas ni de hacerse con gangas u oportunidades que de vez en cuando veía en el mercado. Fue el responsable de las adquisiciones de la institución francesa desde 2010 hasta 2022, cuando murió de forma repentina.
Su sucesor, Stijn Asteens, ha querido honrar todo aquel trabajo con una exposición que es en realidad un homenaje al anterior director y al legado que ha dejado. Un ojo apasionado. Ger Luijten y 12 años de adquisiciones reúne cerca de 150 obras que ilustran la rica política de compras llevada a cabo durante la última década.
La colección original con la que abrió el centro en 1947 procedía de Frits Lugt y su esposa Jacoba Klever, quienes legaron cerca de 6.000 tesoros a la Fundación Custodia. Desde entonces, los sucesivos directores han tratado de respetar los gustos personales de la pareja.
Luijten mantuvo esa misma línea, reforzando las secciones mejor representadas de la fundación: paisajes y escenas intimistas de maestros flamencos y holandeses de los siglos XVII y XVIII. “Intento ponerme en la mente de Lugt para imaginar cómo habría reaccionado ante una determinada obra y cómo esta habría encajado en la colección existente”, comentó en una ocasión.
Sin embargo, también estuvo atento de piezas diferentes –como la pintura danesa del XIX, el género del autorretrato con Arthur Pond o Fantin-Latour como ejemplo y autores vivos como Marian Plug, Charles Donker o Siemen Dijkstra– que han servido para enriquecer la mirada del museo.
Así es como llegó a incorporar nada más y nada menos que 10.000 piezas entre pinturas, grabados, cartas manuscritas y dibujos. Una auténtica locura que fue posible solo gracias al ojo experto del historiador holandés y a sus contactos con algunos dealers y coleccionistas particulares (muchos de los grabados del siglo XVI, por ejemplo, proceden de la misma colección belga).
Aunque la exposición actual apenas muestra el 1,5% de todas estas nuevas adquisiciones sirven para ilustrar la diversidad de una colección que no ha hecho más que crecer con los años.
Un ojo apasionado… presenta hasta el 7 de julio una gran variedad de autores, escuelas, épocas, formatos y técnicas. De modo que a los habituales nombres holandeses se suman ahora Corot, Constable, Rosa Bonheur o Anthonis Sallaert, además de grabados británicos, escenas alemanas y hasta un aguafuerte español: un autorretrato de Goya. Y no es la única pieza nacional que encontramos, ya que se exhibe también una carta manuscrita del autor aragonés a Leocadia Zorrilla y un paisaje valenciano pintado al óleo por Sorolla.
Cada una de las obras expuestas esconde su propia historia, que se cuenta en el catálogo editado con ocasión de la muestra. Es el caso de Autorretrato en una ventana de Samuel van Hoogstraten. En la escena, el joven artista aparece sentado tras una mesa mientras sostiene una pluma de ganso sobre el papel y mira al espectador. Es más que probable que fuese su maestro, el propio Rembrandt, quien corrigiese el contorno del brazo derecho y del hombro con tres potentes trazos de pluma.
Otra obra que destaca es la Vista de la ciudad de Huy de Hendrick Gijsmans, por la escasez de obras firmadas del artista nacido en Malinas. Esta es la segunda escena con rúbrica que se conoce del autor y forma parte de un grupo de dibujos hechos a pluma y tinta sobre paisajes, vistas de ciudades y pueblos realizados durante un viaje que le llevó desde los Países Bajos hasta Roma.
Más rarezas: el busto de Diana de Bernardino Cavallino. Solo se conocen ocho dibujos de mano del maestro barroco napolitano, por lo que esta pieza resulta decisiva para profundizar en su obra gráfica. ¡Y qué decir de la Vista de los jardines de Hampstead, con un árbol de saúco de John Constable! Es la joya que lidera la veintena de pinturas británicas adquiridas bajo la dirección de Ger Luijten.
Capítulo aparte merecen los grabados, especialmente Le Savoyard de Karel Dujardin, así como las cartas manuscritas. Si el fundador de Custodia adquirió en 1917 las dos últimas cartas de Rembrandt en manos privadas; Luijten tomó el testigo comprando misivas de Antonio Canova, Ingres, Géricault o Cèzanne, entre otros.
El primer cuadro que compró el historiador cuando llegó a la fundación fue un retrato de François Langlois realizado por un artista anónimo francés o italiano del XVII. Toda una declaración de intenciones de lo que después sería su paso por la institución francesa, cuyo patrimonio ha contribuido a enriquecer no solo en número de piezas, sino de periodos y escuelas. No se puede dejar mejor legado. Sol G. Moreno