EL KUNSTMUSEUM DE BASILEA DUPLICA SU ESPACIO EXPOSITIVO
Recientemente el Kunstmuseum de Basilea, uno de los más antiguos museos europeos, que fue inaugurado en 1669 y que posee un conjunto cercano a las 4.000 obras, entre pinturas, esculturas, instalaciones y videos, así como una cantidad muy superior de dibujos, grabados y fotografías, ha vuelto a abrir sus puertas con la inauguración de un nuevo edificio, diseñado por el estudio de arquitectura de Crist & Gantenbein, que coincide con la remodelación parcial del edificio principal. Dentro de la colección permanente destacan las pinturas de Lucas Cranach y de Grünewald, junto con obras de Monet. Pisarro, Van Gogh. Ya en el siglo XX podemos admirar movimientos como el cubismo (Picasso, Braque o Léger), el expresionismo alemán y el abstracto norteamericano, hasta la gran corriente norteamericana de las décadas de los setenta y ochenta. Y desde ahí las tendencias que han marcado el final del siglo pasado hasta la contemporaneidad con piezas de Beuys, Richter. Olafur Eliasson y Gabriel Orozco, entre otros, que permiten una mirada atenta desde las vanguardias del siglo pasado a las últimas tendencias artísticas.
Este conjunto de tres edificios, con más de 10.000 metros cuadrados de superficie para exponer, va a permitir no sólo que las colecciones del museo suizo se puedan contemplar mejor, ya que el nuevo edificio duplica con 19 salas el espacio expositivo, sino que podrán organizar exposiciones temporales de verdadero alcance como la de dibujos y grabados de Barnett Newman y la intensa Escultura en movimiento. Las nuevas instalaciones van a suponer una interacción entre arte y arquitectura en el corazón de Basilea.
El proyecto de ampliación ha supuesto una inversión de más de 90 millones de euros (100 millones de francos suizos) en el nuevo edificio y las obras han durado más de tres años en total, mientras que el edificio principal ha estado cerrado para su remodelación durante más de trece meses, con un coste cercano a 23 millones de euros ( 25 millones de francos suizos), lo que permitió que los aficionados españoles pudieran disfrutar de algunas de las obras maestras de arte moderno y contemporáneo en el Museo Reina Sofía y diez Picassos en la galería central del Museo del Prado. La mitad del coste de la construcción del nuevo edificio ha sido sufragado por instituciones públicas – el Cantón de Basilea y otras entidades- y el otro cincuenta por ciento por el mecenazgo privado que, tradicionalmente está muy comprometido con el museo suizo, donde no falta representantes del mundo empresarial como la heredera del grupo Roche, Maja Oeri o el arquitecto Pierre de Meuron, que forman parte del consejo de patronos del museo, entre otras personalidades de Basilea. Además hasta 2022 hay previstas otras dos rehabilitaciones en el edificio principal, inaugurado en 1936, que supondrán una inversión similar a la ya realizada en los últimos trece meses, de casi 23 millones de euros.
La conexión entre el edificio principal y el nuevo se realiza a través de un túnel. Y actualmente en las salas de la planta sótano se pueden contemplar obras de Bruce Nauman, una instalación de Sol Lewitt y enfrente una de Frank Stella, flanqueados por Donald Judd y más adelante encontramos las fotografías de Edward Ruscha, desde su mirada a gasolineras, parkings o naturalezas muertas de la era industrial. Y una exposición selecta de fotografías de los hermanos Becher, Hilda y Bernd: tipologías de aljibes, torres de agua, altos hornos, torres de viento o los bunkers de estos observadores de un mundo en transformación que, poco a poco, ha ido desapareciendo. Gracias a estas instantáneas se puede recuperar la memoria gráfica de los últimos cuarenta o cincuenta años. Además de este nuevo edificio en St. Alban Graben, junto al principal, hay otro edificio conocido como Gegenwart en el St. Alban-Rheinweg, que está a pocos minutos caminando, que va a ser el espacio dedicado a exhibir la producción artística contemporánea desde 1990 hasta la actualidad.
BARNETT NEWMAN Y ‘ESCULTURA EN MOVIMIENTO’ ANIMAN LA REAPERTURA
Para conmemorar esta ampliación la dirección del Kunstmuseum ha organizado dos exposiciones dedicadas a Barnett Newman, uno de los grandes creadores del expresionismo abstracto norteamericano del segundo tercio del siglo XX, comisariada por Anita Haidemann; y al devenir de la escultura también del pasado siglo y de los albores del siglo XXI, titulada Escultura en movimiento, comisariada por Bernhard Mendes Burgi, director del Kunstmuseum,
La primera de ellas en el edificio principal, que permanecerá abierta hasta el 19 de agosto, centra su foco en un artista muy bien representado en la colección del museo pero sobre todo en ese modo delicado de trabajar el papel de Newman. A través de los dibujos y grabados, procedentes de colecciones internacionales y de coleccionistas particulares, así como de los fondos del museo, vamos viendo la transformación de sus composiciones lúdicas de mediados de los años cuarenta, con representaciones de plantas y de los procesos naturales hacia lo biomórfico, alguna tendencia surrealista y su singular acercamiento a culturas primitivas. Luego su modo de dibujar fue plasmando con pincel negro las bandas verticales.
A finales de los años cincuenta, Newman redefinió su modo de dibujar y de tratar la superficie del papel. Posteriormente, hacia 1960-1961 el creador de Day before one, comenzó a realizar grabados y aunque su obra impresa no fue muy abundante, sí dejó signos de ser un gran virtuoso de esta técnica, tanto en su modo de hacer series como en su sentido elegante de la proporción. Su dominio de la litografía, la serigrafía y el grabado hicieron que siempre diera el tono preciso. En la sala principal se exhiben su serie Cantos, compuesto de 18 imágenes, en los que Newman supo extraer una serie de campos de color y en la penúltima sala hay un estilo cautivador en Notas, Newman opta por una cadencia musical, a través de líneas sutiles y superficies grabadas por un espíritu delicado.
Escultura en movimiento es una magna exposición-que podrá visitarse hasta el 18 de septiembre-, ocupa la segunda planta y la planta baja del nuevo edificio. Parte de obras concebidas poco después de terminar la Segunda Guerra Mundial y hasta la actualidad. El hilo conductor es la expresión del dinamismo que subyace en el desarrollo de la escultura: desde un cierto clasicismo hasta ir más allá de la representación de lo visible, con tendencia a la abstracción. En los más de 70 años que abarca la muestra hay una búsqueda permanente de transgredir los límites espaciales y conceptuales, y en ese camino se fue produciendo una singular vuelta a la figuración.
En el recorrido por esta mirada a los caminos que la escultura ha ido trazando en la segunda mitad del siglo pasado y los primeros años del siglo XXI, a través de la excelente colección del Kunstmuseum, junto a otras piezas de colecciones de museos internacionales y privadas, hay una densidad tanto en los contenidos como en las formas. En ese diseño expositivo encontramos tardías creaciones de Constantin Brancusi y de Alberto Giacometti, que están iluminadas por luz natural, y a partir de ahí encontramos obras de Calder, Arp, Max Bill, Henry Moore, Bourgeois, Picasso, Chillida, David Smith, Tinguely, Oldenburg, Donald Judd, Carl Andre, Joseph Beuys, Merz, Richard Serra, Eva Hesse y Robert Smithson, entre otros, llegando hasta los años setenta.
La exposición continúa con piezas de los años ochenta con ejemplos de Fischli y Weiss, Gober, Ray, Koons, Katharina Fritsch y Franz West, mientras que la última parte está centrada en el período último se ilustra con esculturas realizadas en las tres últimas décadas, con piezas de Gabriel Orozco, Mathew Barney, Damien Hirst, Danh Vo y Óscar Tuazón. Julián H. Miranda