El día que Sargent fue rechazado y vilipendiado
El Metropolitan Museum de Nueva York presenta una gran exposición dedicada a John Singer Sargent, centrada en su década más transformadora. Coincidiendo con el centenario de su muerte, Sargent y París reúne aproximadamente 100 obras del artista, que culminan con la icónica Madame X.
Aunque nació en Florencia, John Singer Sargent es reconocido como un pintor estadounidense expatriado en Europa. Su padre tomó una decisión trascendental tras la trágica muerte de su primera hija, priorizando la salud mental de su esposa, y comenzó una vida nómada. Fue en medio de ese periplo cuando el artista vino al mundo.
Su madre, una apasionada de la acuarela, pronto descubrió en él una mirada excepcional para captar detalles. Lo animó desde pequeño a hacer un boceto diario, cultivando así su innato talento para el dibujo. Comenzó su formación artística en Florencia, pero enseguida tuvo claro que, si quería convertirse en un gran pintor, debía ir a París.
Allí pintó algunas escenas de la vida urbana, como In the Luxembourg Gardens (1879), obra que retrata un paseo vespertino y que ahora pude verse hasta el 3 de agosto en el Metropolitan gracias a la muestra Sargent y París. En ella se perciben claramente los contornos difusos y formas vaporosas características del estilo impresionista. Destaca la sutileza con la que representa el humo del cigarro del caballero en primer plano, así como el reflejo de la luna sobre el agua.
Fiel al espíritu viajero heredado de sus padres, Sargent complementó sus estudios con numerosos periplos por Europa, siempre en busca de inspiración. Entre sus destinos predilectos se encontraba la isla de Capri, donde disfrutó de las fiestas y reuniones al aire libre en sus blancas azoteas, tal y como representa en Capri Girl on a Rooftop.
Sin embargo, el país que más lo sedujo fue España. Su profesor, Carolus-Duran, ya se lo había advertido: “Velázquez, Velázquez, Velázquez. ¡Inexorablemente estudia a Velázquez!”, le insistía. Y Sargent, obediente, fue al Museo del Prado. En Spanish Dance (c. 1879–82), por ejemplo, capta la energía visceral del flamenco.
Desde España viajó a Marruecos, donde se empapó de una nueva cultura y culminó esa etapa de exploración. Una de las obras más destacadas de este viaje sería Fumée d’ambre gris (1880), una pintura envolvente y enigmática, con fuertes ecos orientalistas.
De vuelta en París, y consciente de que el retrato era su mejor carta de presentación, emprendió un intenso trabajo para introducirse en la escena social y cultural de la ciudad. Pronto comenzaron a llegar encargos importantes y exposiciones en el Salon, donde sus obras recibieron excelentes críticas. Su clientela, compuesta por una elite deseosa de autovalidación, buscaba retratos imponentes que consolidaran su estatus. Uno de los más interesantes es Dr. Pozzi en casa, que representa al joven médico Samuel-Jean Pozzi, pionero en cirugía ginecológica.
Sargent también se adentró en uno de los temas más fascinantes de la sociedad francesa de finales del siglo XIX: la mujer parisina moderna, símbolo de una elegancia mundana, casi mítica, y motivo de orgullo nacional. El pintor capturó esa esencia en uno de sus cuadros más famosos y polémicos: Madame X.
La modelo, Virginie Amélie Avegno Gautreau, era una figura glamurosa de los años 1880 que, a pesar de su aura parisina, era en realidad estadounidense. Sargent le rogó que posara para un retrato que presentaría gratuitamente en el Salon, convencido de que causaría sensación; sin embargo, el público no compartió esa visión.
El lienzo fue recibido como escandaloso y vulgar. A la modelo se la tachó de vanidosa, excesiva y, sobre todo, se criticó su ligereza de ropa, algo impensable para la moral de la época. Es cierto que el cuadro fue corregido más adelante por el propio pintor, pero la versión que se presentó originalmente mostraba el tirante derecho del vestido caído sobre su brazo, un pequeño gesto que desató una tormenta de críticas.
Por si esto fuera poco, el hecho de que Virginie fuera estadounidense alimentó la controversia: ¿Cómo podía una extranjera representar el ideal femenino francés? Era un ultraje al orgullo nacional.
La madre de Gautreau suplicó a Sargent que retirara el cuadro, temiendo por la reputación de su hija. Pero él se negó, defendiendo con firmeza la obra. Aquel día Sargent abandonó el Salon con el corazón roto y el orgullo herido: el joven artista, hasta entonces en ascenso meteórico, se enfrentaba de pronto a la desaprobación pública.
Años más tarde, en 1916, Sargent vendió el cuadro al Museo Metropolitano de Nueva York, donde se conserva actualmente. Lo tituló simplemente Madame X y es la estrella de esta exposición americana que aprovecha el centenario de la muerte del artista para repasar sus años parisinos. Cuando entregó la obra al entonces director del museo, Edward Robinson, afirmó: “Es la mejor obra que he pintado jamás”. Ana Robledano Soldevilla