Los récords del Collar Anglesey y la Esmeralda del Aga Khan

Los récords del Collar Anglesey y la Esmeralda del Aga Khan

Sotheby’s y Christie’s  fueron testigos de remates históricos, tras alcanzar el misterioso Collar Anglesey cerca de los 4,56 millones de euros y la extraordinaria Esmeralda del Aga Khan 8,4 millones. 

La sede de Sotheby’s en Ginebra vivió la pasada subasta de joyas (ver) un momento emocionante, tras siete minutos de intensa puja por el enigmático Collar Anglesey del siglo XVIII, que culminó con la bajada del martillo en una cifra cercana a los 4,55 millones € de remate desde los 1,7-2,3 millones en los que partió.

Esta fascinante joya, conocida como négligé, fue concebida como un par de antiguas borlas de rivières de 500 diamantes dispuestos en tres filas y un peso total de 300 quilates cuya magnitud y opulencia sólo la realeza y la nobleza de la época podían permitirse. Son pocas las obras del siglo XVIII que han sobrevivido intactas hasta nuestros días, pues solían desmontarse para adaptarse a la moda imperante.

La fecha de fabricación de esta joya sitúa el origen de sus diamantes probablemente en la India, y en las legendarias minas de Golconda. Antes del descubrimiento de las minas de diamantes de Sudáfrica en 1867, estas piedras preciosas eran un material extremadamente raro, que sólo podían conseguir la realeza y los miembros más ricos de la sociedad. Durante el siglo XVIII, las únicas fuentes conocidas de diamantes eran las legendarias minas de la región de Golconda en la India.

La expectación por esta pieza del siglo XVIII con brillantes de la más alta calidad estaba asegurada por su antigüedad –dado que estas piezas tienden a disgregarse–, por su pertenecía a la antigua colección del Marqués de Anglesey, y por su misteriosa procedencia inicial, para la que había que retrotraerse dos siglos atrás sin fuentes documentales que pudieran aclarar el misterio.

Collar Anglesey del siglo XVIII compuesto por 500 diamantes y peso total de 300 quilates. Remate: 4.560.000 €. Sotheby´s Ginebra.

Uno de los posibles orígenes tendría que ver con el Asunto del Collar (1784-86) o episodio histórico en el que se vio envuelto el nombre de María Antonieta de Francia (1755-1793), no así su persona, y que pudo poner su grano de arena en los sentimientos antimonárquicos previos a la Revolución Francesa.

Poniéndonos en antecedentes, en 1772 los orfebres parisinos Boehmer y Bassenge realizaron un collar sin igual para ser ofrecido a Luis XV, quien era conocido por los espléndidos regalos con los obsequiaba a su amante Madame Du Barry.

Luis XV murió de viruela antes siquiera de poder admirar la pieza, por lo que fue ofrecida a su heredero Luis XVI y a su esposa María Antonieta. Esta, conocedora de la primera dama para la que fue ideado –Madame Du Barry–, prefirió declinar su adquisición, alegando que la Corona francesa tenía mayor necesidad de navíos de setenta y cuatro cañones que de collares “ (Carlyle,53), tal y como narra en su artículo Harrison W. Mark sobre el Asunto del Collar”.

Tras esta fallida tentativa de venta, los joyeros volvieron a intentarlo de nuevo; esta vez embaucando al cardenal Louis de Rohan (1734-1803), a través de su amante Jeanne de la Motte. Esta le hizo creer al cardenal que guardaba un trato cercano a la reina María Antonieta y que, si le regalaba a la monarca el collar, obtendría su favor y su acercamiento a la corte.

Un segundo complot orquestado por la misma Madame de la Motte se llevó a cabo. Una vez aceptada la compra del collar por parte del cardenal, un falso correo de la reina María Antonieta acudió a recogerlo, siendo este Rétaux de Villete, amante de Jeanne de la Motte.

La alhaja fue dividida en diferentes partes y gemas que fueron transportadas por el propio esposo de Jeanne a Londres, donde se vendió por piezas a los joyeros ingleses.

La conspiración se destapó cuando los joyeros reclamaron las cantidades que faltaban por pagar por el cardenal directamente a la reina María Antonieta quien, desconociendo la trama urdida bajo su nombre, no dudó en perseguir y encarcelar a los conspiradores.

Esta historia tergiversada siempre acompañó a la reina y se presentó al cardenal Rohan como una víctima de los deseos de la monarca, a pesar de ser juzgadas y castigadas las personas que conspiraron en nombre de la esposa de Luis XVI y perjudicaron su reputación.

Dentro de los últimos propietarios que poseyeron la pieza, se encuentra la aristocrática familia británica Paget, los marqueses de Anglesey. Como describe Sotheby’s en la descripción de la joya, en el siglo XX fue lucida en la coronación del rey Jorge VI (1937) y en la de la reina Isabel II (1953).

Fotografía de la marquesa de Anglesey por Cecil Beaton en 1937.
Fotografía de la séptima marquesa de Anglesey asistiendo a la coronación de Isabel II en 1953.

Se conservan fuentes fotográficas que atestiguan el uso de esta joya en dichos acontecimientos, así como la realizada por Sir Cecil Beaton en 1937 de Marjorie Paget, marquesa de Anglesey (1883-1946) luciendo la joya, en una muestra de la vida fastuosa del periodo de entreguerras.

El político conservador Channon se refirió a la pieza en un texto como “una parte del collar de la Reina Maria Antonieta (…) al menos dos cuerdas, el resto, según la historia, se rompió antes de la Revolución Francesa, pero creo que las borlas de Anglesey, que Marjorie a veces usa, son parte de él”.

La fastuosa pieza se exhibió en 1976 en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, en una exposición que conmemoraba el aniversario de la Independencia de Estados Unidos y cuyo sobrenombre fue Collar del Bicentenerio «porque fue elaborado en 1776 por orden del rey Jorge III».

El catálogo de la época explicaba que se había realizado en 1776  de la mano de la firma de joyería Collingwood en Londres, supuestamente como regalo del rey Jorge a la tercera duquesa de Marlborough, y desde entonces se usó en todas las coronaciones y en muchas reuniones reales europeas.

Sea cual sea la procedencia inicial de este collar, su importancia histórica, su antigüedad, la belleza deslumbrante de una obra maestra de la joyería georgiana y la innovación técnica empleada en su creación, le ha valido un reconocimiento del mercado de 4.560.000 €.

Algunas alhajas de la corte europea del siglo XVIII comparables a estas piezas son custodiadas en los museos que albergan colecciones reales e imperiales como el Fondo Estatal Ruso de Diamantes en Moscú –que conserva algunas joyas exquisitas creadas para las emperatrices Isabel y Catalina II–, o el Grünes Gewölbe de Dresde (que alberga los magníficos aderezos pertenecientes a Augusto el Fuerte de Sajonia y sus sucesores).

Christie´s Ginebra. Subasta de la Esmeralda del Aga Khan, noviembre 2024.
Christie´s Ginebra. Esmeralda del Aga Khan. Remate: 8.400.000 €

No ha sido la única venta relevante en joyería esta semana. Christie’s también celebra el remate de su pieza más especial (ver), la anunciada Esmeralda del Aga Khan, que obtuvo 8.400.000 € tras una estimación inicial de 5.500.00 € – 7.500.000 €. Se trata de un sensacional broche de esmeraldas y brillantes de la firma Cartier de forma cuadrada de 37,00 quilates, diamantes de forma marquesa, platino y oro amarillo de 18 k.

Este broche fue encargado por el príncipe Sadruddin  Aga Khan a la firma parisina en 1960, como regaló a su esposa la socialité británica Nina Dyer. Quien por cierto, y tras un breve matrimonio, la vendió en la subasta inaugural de joyas magníficas de Christie’s el 1 de mayo de 1969 en Ginebra, Suiza en el Hotel Richmond. En aquella ocasión se adjudicó por 75.000 dólares. Ahora, 55 años después, ha logrado subir hasta los 8.859.865 dólares (8,4 millones de euros). Noemí Marín