El Caravaggio rechazado que se resiste a abandonar el Palacio Barberini
Esta obra de Caravaggio, procedente de la colección privada de la princesa Nicoletta Odescalchi, se había prestado para la inédita ocasión de la muestra del jubileo, que cerró sus puertas el pasado 6 de julio con cerca de 450.000 visitantes. Un récord de afluencia que ya la ha situado como la más exitosa de todas las exposiciones que se han organizado en las Gallerie Nazionale di Arte Antica. Desde luego, la oportunidad –y el morbo– de ver las dos obras maestras del Merisi recientemente descubiertas junto al resto de sus célebres pinturas, no podía pasar inadvertida.
Aquella muestra supuso también otro momento extraordinario, porque con el mismo billete se pudo visitar la única pintura mural realizada por Caravaggio: Júpiter, Neptuno y Plutón, conservada en el Palacio Ludovisi Boncompagni (probablemente porque no podía trasladarse, como sí ocurrió con otras obras conservados en palacios romanos vecinos).
Pero ya hace semanas que las piezas prestadas regresaron a sus deferentes hogares. Todas salvo una, que se resiste a abandonar el Palacio Barberini. Se trata de La Conversión de san Pablo, que permanecerá como invitada de honor en la Sala del Paisaje hasta el 30 de septiembre.
La pintura, actualmente en manos privadas, es una de las obras cumbre de Caravaggio pero rara vez se puede mostrar al público, porque pertenece a la colección particular de la familia Odescalchi.
Fue un encargo de Tiberio Cerasi al artista en el año 1600 que no terminó del todo bien. El banquero le pidió al Merisi dos pinturas para decorar la capilla que su familia tenía en la iglesia de Santa María del Popolo de Roma y este concibió un par de tablas: La Conversión de san Pablo y La Crucifixión de san Pedro. El resultado final no debió de convencer al mecenas, ya que el pintor lombardo tuvo que hacer dos nuevas versiones, esta vez sobre lienzo, para colgar de la iglesia romana.
La tabla primigenia de san Pablo pintada por Caravaggio cambió varias veces de manos, pasando por colecciones españolas y genovesas hasta terminar regresando a Roma, gracias a Maria Roberta Balbi Senarega, que se casó con el VII príncipe Odescalchi. Fue así como pasó a formar parte de los tesoros que la familia guarda actualmente en su palacio de la Plaza de los Santos Apóstoles.
El caso es que ahora la pintura descansa en la planta noble del Palacio Barberini junto a una copia en alta definición de la versión que se conserva en la Capilla Cerasi de Santa María del Popolo.
Esta comparación quizá ayude a comprender por qué fue rechazada aquella primera propuesta hecha sobre siete tablas horizontales de ciprés –más enérgica, dinámica y arriesgada en los colores– frente a la segunda (más íntima, silenciosa y recogida). Sol G. Moreno