El Bellas Artes de Bilbao recibe en depósito dos obras incautadas en la Guerra Civil
El museo presenta sendos retratos de Cornelis Van der Voort y Luis de la Cruz y Ríos que se creían perdidos desde 1937, cuando las tropas franquistas requisaron toda la colección de Ramón de la Sota en su palacio de Ibaigane. Expuestos hasta hace poco en Paradores Nacionales y considerados tradicionalmente como de Pourbus y Vicente López, ahora cuelgan de las paredes del centro bilbaíno por expreso deseo de la familia, que los ha cedido en régimen de comodato.
Nueva autoría, nueva ubicación y nuevo dueño. Retrato de joven caballero de Van der Voort y Retrato de María Cristina de Borbón de Cruz y Ríos se exhiben desde el pasado viernes en el Museo Bellas Artes de Bilbao, tras la firma de restitución de ambas obras a los herederos de Ramón De la Sota y someterse a un estudio que les ha devuelto al corpus de sus respectivos autores.
La familia recupera así dos nuevas pinturas de aquella colección que fue requisada de la residencia del empresario vasco en plena Guerra Civil, durante los primeros días de octubre de 1937. Entonces el conjunto fue trasladado a Burgos y más tarde a Madrid, donde algunas de las obras pasaron a decorar los despachos de ciertos ministros del régimen.
Las sucesivas reclamaciones interpuestas por los herederos de Ramón de la Sota durante la segunda mitad del siglo pasado dieron como resultado la devolución de gran parte de las obras incautadas, si bien algunas todavía permanecen en paradero desconocido. En 2018, Retrato de joven caballero fue localizado en la llamada “Colección de Paradores de Turismo” y ahí es donde precisamente estaba: en un salón del Parador de Almagro.
Este descubrimiento permitió localizar el segundo retrato. Fue entonces cuando la familia vasca comenzó la reclamación en los juzgados, representados por Ramón y Cajal Abogados, bufete que ha conseguido la restitución por parte del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. La idea de ceder temporalmente ambas obras al Bellas Artes de Bilbao, seguramente sea un homenaje al dueño primigenio de las piezas, mecenas y gran defensor del centro.
Porque no es la primera vez que la familia De la Sota presta sus tesoros a la institución dirigida por Miguel Zugaza. De hecho, se pueden contar varias donaciones en el pasado; desde el Retrato de la condesa Mathieu de Noailles de Zuloaga –adquirido en 1919 por el propio Ramón de la Sota expresamente para regalarlo al recién creado centro–, hasta El timonel esculpido por Quintín de Torre que las hermanas Vilallonga de la Sota donaron en 1975, o bien posteriores legados como La Piedad de Morales y Retrato de Martín Zapater pintado por Goya.
LAS OBRAS RECUPERADAS. Retrato de joven caballero se contempla ahora desde una nueva óptica: la de Cornelis van der Voort (1576-1624), uno de los retratistas más interesantes de principios del Siglo de Oro holandés. Aunque en un principio se consideró de Frans Pourbus, la inscripción sobre el ángulo superior derecho de la tela –»AEtatis.sua.23. / Anno. 1623″– no apoyaba dicha atribución, puesto que el pintor había fallecido un año antes.
Un reciente análisis estilístico ha corroborado su verdadera autoría y ha devuelto la obra a los pinceles de Van der Voort, artista nacido en Amberes que desarrolló gran parte de su carrera en Ámsterdam. Alcanzó gran éxito como retratista, especialmente de grupos. El que cuelga ahora en Bilbao muestra a un joven de unos 23 años vestido de negro riguroso, según los cánones calvinistas. A pesar de la sobriedad del retrato, cabe destacar la riqueza de pinceladas a la hora de representar el encaje de los puños y la lechuguilla.
En el caso de Retrato de María Cristina de Borbón, la firma apócrifa de Vicente López había mantenido oculto a su verdadero autor hasta ahora, cuando los expertos han estudiado la tela. Pertenece al autor canario Luis de la Cruz y Ríos (1776-1853), alumno de Juan Ventura de Miranda que en 1837 se estableció en Málaga (donde fue profesor de Carlos de Haes).
Pintor de cámara de Fernando VII en 1815, retrató en diversas ocasiones a los monarcas en la corte, seguramente como regalo para diferentes personalidades. Es muy probable que esta imagen de la reina –de la que existen varias versiones, una de ellas en el Museo del Prado– sea uno de estos casos. Tanto el retrato madrileño como el bilbaíno parten del mismo dibujo, si bien en el segundo caso se reduce el formato y varía la indumentaria, además de las joyas (una corona de perlas y diamantes sustituye el delicado alfiler de la versión madrileña). Esta simplificación formal lleva a pensar en la participación del taller.
Durante la presentación, Miguel Zugaza -responsable de la institución bilbaína- anunció que el museo organizará una futura exposición dedicada a la Colección De la Sota. Sol G. Moreno