Franz Marc. «La vaca amarilla» 1911.Óleo sobre lienzo. Salomon Guggenheim Museum N.York
DE MÚSICA Y PINTURA EN LA EXPOSICIÓN DER BLAUE REITER, EN LA BEYELER
Por primera vez en 30 años se presenta en Suiza, en la Fundación Beyeler, una exposición tan fascinante como Der Blaue Reiter [El jinete azul], el nombre con que se dio conocer este revolucionario movimiento artístico en Múnich, el año de 1911. El título –legendario– es el mismo del almanaque publicado por Wassily Kandinsky (1866 -1944) y Franz Marc en esa ciudad, en 1912. En aquel libro ambos artistas aportaron textos y pinturas de diferentes autores y culturas con las que querían mostrar la necesidad de un nuevo principio en las artes visuales a principios del siglo XX. Buscaban un revolucionario nuevo entendimiento del arte y el mundo, centrado más en la representación visual de las ideas, que en la reproducción de un realidad visible, que podía verse, sobre todo, en la liberación del color, inspirado en los paisajes pre-alpinos del sur de Munich. Estas ideas que, al principio, llevaron a la abstracción, culminaron en un retorno al punto de vista occidental del arte, que marcó a generaciones de pintores hasta llegar incluso a las de nuestros días.
El nombre –Der Blaue Reiter- que surgió por casualidad durante una conversación entre los dos artistas, puede considerarse programático: azul tanto como color cósmico combinado con la innata sencillez animal y el dinamismo del jinete como el salto de un elemento al otro. La exposición la componen unas 70 obras de arte, la mayoría de Kansdisky y Marc que ilustran la revolución que sufrió la pintura entre 1908 y 1914. Pertenecen a la colección Beyeler y sirven de partida para dar a conocer al público, en general, los nombres de un grupo de artistas de vanguardia cuya apertura e internacionalismo quedó interrumpido por la primera guerra mundial.
La sala central de la exposición está dedicada a mostrar las sinergias entre la música y las artes virtuales a través de un número importante de ilustraciones y consideraciones. Así sucede, por ejemplo, que la palabra composición sirve tanto para una como para otra disciplina, lo mismo que los tonos. El visitante puede descubrir estas sinergias frente a algunos de los trabajos abstractos de Kandinsky, como su legendario Composición VII, 1913. Otro elemento importante es el ritmo que resulta de la relación entre la vista y la pintura. Kandinsky busca y logra una visual interacción entre el visitante y la obra que, idealmente, crea un ritmo paralelo en música.
Abierta hasta el 22 de enero de 2017. MPR