CUÉLLAR ACOGE LA XXII EDICIÓN DE LAS EDADES DEL HOMBRE

CUÉLLAR ACOGE LA XXII EDICIÓN DE LAS EDADES DEL HOMBRE

Adrian de Gryef. Paraíso terrenal (Detalle). Hacia 1700. Colección Gerstenmaier.

CUÉLLAR ACOGE LA XXII EDICIÓN DE LAS EDADES DEL HOMBRE

La Reina Doña Sofía inauguró recientemente en Cuéllar la vigésimo segunda edición del ciclo Las Edades del Hombre, que este año lleva como título Reconciliare, que simboliza el perdón, en una villa segoviana de gran riqueza patrimonial, histórica y cultural. Según el secretario general de la Fundación las Edades del Hombre, Gonzalo Jiménez, el objetivo de esta nueva edición, que permanecerá abierta hasta el 12 de noviembre, es “reflexionar sobre la necesidad de reconciliar que tiene el hombre y la sociedad en la que vive”. Y añadió que la elección de Cuéllar ha sido muy pensada y destacó que en la iglesia de San Esteban, una de las sedes de esta edición, se descubrieron durante una restauración de las yeserías mudéjares unas bulas en la tumba perteneciente a Isabel de Zuazo, personalidad de su época, que fue una mujer piadosa y temerosa de Dios. Dicho hallazgo hizo que se propusiera la reconciliación como eje central del proyecto en 2017.

La Reina Doña Sofía, acompañada del presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, de la presidenta de las Cortes de Castilla y León, Silvia Clemente, y de varios miembros del patronato de la Fundación Las Edades del Hombre.

La exposición como en ocasiones anteriores cuenta con la colaboración de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, y el respaldo de la diócesis de Segovia, el Ayuntamiento de Cuéllar y la Diputación de Segovia, así como de entidades como Bankia, Moleiro Editor, la Denominación de Origen Ribera del Duero, ArtiSplendore, Renfe y Eulen Art, entre otras instituciones.

En todos los proyectos impulsados por la Fundación Las Edades del Hombre desde su primera edición en Valladolid en 1988, el guionista y el comisario han tenido un papel decisivo y en esta ocasión han sido José Manuel Sánchez Caro y Miguel Ángel Barbado, respectivamente, quienes han sabido dotar de un hilo conductor potente en los tres espacios en los que se vertebra la muestra: las iglesias de San Andrés, San Martín y la de San Esteban. La primera del siglo XIII y situada extramuros de la villa; la segunda junto al castillo y que actualmente alberga el Centro de interpretación del Arte Mudéjar; y la última en el centro de Cuéllar, que fue declarada en 1931 Monumento Artístico Nacional. Las tres aúnan ángulos religiosos, pero también históricos y artísticos.

Los hacedores de la muestra la han dividido en cuatro capítulos, más un preámbulo de introducción a la misma, y en ellos se exhiben cerca de un centenar de obras pertenecientes al patrimonio histórico artístico español, sobre todo procedentes de Castilla y León y de autores tan notables como Pedro y Alonso Berruguete, Benson, Luis Salvador Carmona, Fernando Gallego, El Greco, Adrian de Gryef, Juan de Juni, Manuel Pereira, Gil de Siloé, Alejo de Vahía o Felipe Vigarny, a los que se agregan creadores contemporáneos como los escultores Julio López o Venancio Blanco para presentar la mirada de creadores vivos en diálogo con los maestros del pasado.

Uno de los aspectos importantes quizá sea la música, disciplina que siempre ha tenido relevancia en el concepto expositivo, y en Cuéllar destacan las composiciones del músico de Toro, David Rivas, que transita desde un cierto desconsuelo que va lentamente tornando hacia la esperanza y más tarde a una sensación de solemnidad, junto a elementos folclóricos, que nos acercan al pueblo de Israel y de ahí al triunfo de Dios y del hombre en la Reconciliación.

Adrian de Gryef. Paraíso terrenal. Hacia 1700. Óleo sobre lienzo. Colección Gerstenmaier. Se exhibe en la Iglesia de San Andrés de Cuéllar.
Fotografía de Su Majestad el Rey con Ignacio Galán y los empleados de Iberdrola en la Torre de Bilbao.

En el primer capítulo, Heri- Antaño, encontramos pinturas de gran significación como Paraíso terrenal, un óleo de Adrian de Gryef , pintado hacia 1700, de la Colección Gestenmaier; una madera policromada hacia 1753 del Cristo del Perdón, de Luis Salvador Carmona; unas grisallas pintadas al óleo sobre tabla de Fernando Gallego, que representan a Adán y Eva, y que datan entre 1475 y 1480; un óleo de Frans Francken II, del siglo XVII, de Caín matando a Abel; y una edición en castellano de El Paraíso perdido de Milton, impreso en 1812, entre otros hallazgos, que nos ilustran sobre las relaciones entre Dios y el hombre, desde el ayer pero hasta el presente más actual.

El segundo capítulo, In figura-Para ejemplo, reúne 15 piezas para evocar la oferta de misericordia y reconciliación de un Dios que quiere la vida y esto se alinea con la historia del antiguo Israel, a través de las policromías de Felipe Vigarny en su Moisés, una madera de 1505-1506, en la Anunciación de Venancio Blanco, en esa talla de madera dorada y policromada del siglo XVI, de autor anónimo, que presenta al Rey David con toda su solemnidad y en la Virgen de la Esperanza de Juan de Juni.

El tercero Hodie- Hoy incluye 25 obras para revelarnos que la idea de reconciliación sigue vigente en la actualidad, representado por obras maestras de Pedro Berruguete, de Ambrosius Benson, de Gil de Siloé, entre otros, antes de concluir con el último capítulo: Semper-Siempre, en la que cuelgan imágenes como La Oración en el huerto, un óleo de El Greco de 1595-1600; una policromía de Pedro de Ávila anterior a 1720 que representa a San Pedro en lágrimas; o un San Jerónimo penitente de Alonso de Berruguete, que quizá condensen el sentido último de la reconciliación con Dios y con el prójimo. Julián H. Miranda

Luis Salvador Carmona. Cristo del Perdón. 1753. madera pintada y policromada. Museo de la Trinidad. Atienza (Guadalajara). Se exhibe en la Iglesia de San Andrés.