Cuatro años para no saturar el mercado: 1.000 obras expresionistas a la venta
Uno de los coleccionistas más importantes de Expresionismo alemán, Hermann Gerlinger, sacará a licitación durante los próximos cuatro años 1.000 obras pertenecientes a ese movimiento –que incluyen piezas de Kirchner y Heckel– en colaboración con Ketterer Kunst, una casa de subastas con sede en Múnich. Los beneficios se espera que se cuenten en las decenas de millones de euros e irán a parar a tres organizaciones benéficas. Hasta septiembre de 2021 parte del conjunto se encontraba depositado en el Museo Buchheim en Baviera, cuando ambas partes decidieron rescindir el préstamo.
La casa de subastas Ketterer Kunst, con sede en Múnich, ha sido la escogida por uno de los compradores de Expresionismo alemán más relevantes a nivel mundial, Hermann Gerlinger, para vender las aproximadamente 1.000 obras que componen su colección. Se trata de pinturas, pero también de dibujos, grabados, esculturas y documentos que permiten conocer profundamente la obra de los integrantes del grupo Die Brücke –El Puente– y, especialmente, sus fundadores: Erich Heckel, Ernst Ludwig Kirchner, Karl Schmidt-Rottluff y Fritz Bleyl.
Gerlinger, un empresario de 90 años, comenzó hace siete décadas a adquirir las mejores piezas que pudo encontrar del conocido grupo de artistas. Ahora, ha acordado una venta prolongada en el tiempo –cuatro años– con Ketterer Kunst cuyos beneficios irán a parar a tres asociaciones benéficas: la Asociación Alemana para la Protección de Monumentos, la Federación Alemana para el Medioambiente y la Conservación y la Fundación Juliusspital Würzburg.
Hasta ahora el conjunto estaba depositado en el Museo Buchheim de Baviera, que aún cuenta con 14 piezas cedidas por el Gerlinger hasta la clausura de una exposición en su sede el 13 de noviembre de este año.
Desde un punto de vista estratégico, es un acierto por parte del vendedor contar con la intervención de Ketterer Kunst. Fuera de Alemania pueden ser desconocidos para un público no especializado en Die Brücke, pero hace justo un mes celebraron una subasta en la que adjudicaron Buchsbaumgarten de Emil Nolde –otro destacado artista expresionista– por casi 2,2 millones de euros e Im Bordell de Kirchner por casi 1 millón.
Con esa experiencia parece lógico que se haya decidido que, en vez celebrar una única gran licitación con el contenido de toda la colección, se prolonguen las subastas durante cuatro años.
De esa manera, se pretende evitar la congestión del mercado. Demasiadas piezas de un mismo movimiento ofrecidas simultáneamente tienen –según la lógica tradicional– muchas posibilidades de devaluación. La ilusión de la escasez puede ser una estrategia valiosa en estos casos.
Esto es algo relativamente habitual, sobre todo cuando se trata del legado de un artista en manos, fundamentalmente, de sus herederos (y no de una fundación que pueda tener vetada la venta de obra). Hay nombres en nuestras subastas nacionales que aparecen siempre con cuentagotas: pocas obras pero extrañamente constantes.
No obstante, anunciar esta estrategia debería ir en contra de si misma. Al fin y al cabo, si los coleccionistas están avisados de que van a tener un flujo constante de obras durante el futuro próximo ¿no dejarán pasar las piezas de menor interés a sabiendas de que algo mejor está a la vuelta de la esquina?
El comportamiento reciente del mercado, en el que determinadas áreas atraen a los compradores con un fervor ciego, puede poner en duda la validez de antiguas estratagemas. Claro que resulta más cauto atenerse a las suposiciones dadas por válidas. De la misma manera, y en el remoto caso en el que no cautiven el interés de nuevos coleccionistas, una estancamiento de los precios prolongado durante cuatro años duele menos que una sola jornada desastrosa. Héctor San José.