Bodegones de la Colección Masaveu en Sevilla

Bodegones de la Colección Masaveu en Sevilla

La Fundación Unicaja y la Fundación María Cristina Masaveu Peterson han presentado en Sevilla Colección Masaveu: objeto y naturaleza. Bodegones y floreros de los siglos XVII – XVIII. Comisariada por Ángel Aterido –profesor de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid– plantea en cuatro secciones un recorrido por la evolución de la naturaleza muerta del Barroco y la Ilustración. Por FERNANDO RAYÓN

Juan de Zurbarán. Bodegón con cesto de frutas, melocotones, granadas y bernegal. Hacia 1643–1649. Colección Masaveu. © Fundación María Cristina Masaveu Peterson. Fotografía: Marcos Morilla.
Alejandro de Loarte. Bodegón de cocina. 1625. Colección Fundación María Cristina Masaveu Peterson. © Fundación María Cristina Masaveu Peterson. Fotografía: Marcos Morilla.

Unos de los alicientes de la muestra es contemplar algunas de las piezas de la Colección Masaveu, que por primera vez se muestran en España, junto a las recientes adquisiciones de la Fundación y otras obras restauradas en los últimos años.

Siguiendo un orden cronológico, el recorrido arranca con Ancora imparo (Todavía aprendo), del llamado Maestro del Anuncio a los Pastores, que ya estuvo en la exposición de Ribera en el Prado y que, tras su restauración muestra su altísima calidad (a pesar de la mala iluminación del cuadro).

Junto a ella, en el ámbito siguiente se muestran tres obras excepcionales: la Cocina firmada por Alejandro de Loarte y adquirida a los herederos de Várez Fisa; el Bodegón de flores y frutas de Antonio Ponce comprado en 2018 en el mercado norteamericano; y Bodegón con objetos de orfebrería firmado en 1624 por Juan Bautista Espinosa, uno de las escasísimas pinturas de este artista que se conservan.

La colección Masaveu, gestionada desde 2013 por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, sigue incorporando nuevas obras a su ya excelente colección de naturalezas muertas, y continúa con la labor de estudio y restauración de sus piezas. “La importancia del Bodegón de Espinosa –obra muy pocas veces expuesta, según recuerda Aterido– está en que se trata de una mesa de salón, no de comer. Es una mesa con menaje que incluye orfebrería y barros americanos, llena de simetrías y de ostentación, donde los pliegues del mantel acercan al quien la contempla”.

Juan de Arellano. Florero de cristal y frutas. Hacia 1668. Colección Masaveu. © Fundación María Cristina Masaveu Peterson. Fotografía: Marcos Morilla.

En la misma sala se ha colgado un bodegón atribuido a Ignacio Arias, cuya reciente rehabilitación ha hecho aflorar una gran firma de este poco conocido pintor. Apenas se conservan tres obras suyas, una de ellas en el Prado procedente de la colección Naseiro. De los seis bodegones atribuidos a Bernardo Polo que conserva la Fundación, cuatro han viajado a Sevilla. La alta calidad de todos ellos permite atribuirlos a la mano del maestro y no al taller, que ya aparece documentado en Zaragoza y del que tantas obras siguen apareciendo en el mercado.

Pero la atracción de esta primera etapa es, sin duda, el Bodegón con cesto de frutas, melocotones, granadas y bernegal de Juan de Zurbarán. Aunque ya pudo verse en la exposición del Museo Thyssen de 2015, es obra de tan altísima calidad que los cuatro camprobín que le acompañan hacen solo eso: acompañar. El hijo de Francisco de Zurbarán sigue siendo el maestro indiscutible del bodegón barroco español (con permiso de su padre, claro está). A pesar de haber muerto con apenas 29 años, dejó una colección de obras maestras en este género que aún está por estudiar. La composición ahora expuesta en Sevilla fue adquirida por Pedro Masaveu fuera de España y es la estrella de la colección (y de la muestra).

Menos interés tienen las alegorías de los Cinco Sentidos del taller de Juan de Arellano. Son obras del taller del más famoso pintor de flores del siglo XVII español. Donde sí luce este artista es en la sala contigua, gracias a siete floreros de desigual calidad; el más espectacular es el Florero de cristal y frutas de hacia 1668.

Luis Meléndez. Bodegón con besugos, naranjas, condimentos y utensilios de cocina. 1772. Colección Masaveu. © Fundación María Cristina Masaveu Peterson. Fotografía: Marcos Morilla.

También es interesante el Florero con insectos, uno de los cuatro ejemplares –dos están hoy en el Museo de Bellas Artes de Asturias, tras la dación por pago de impuestos del coleccionista, y el cuadro en el Prado, adquirido a Rosendo Naseiro– que según Aterido “pudieron formar parte de la decoración de un retablo”. Una pena que este ejemplar siga sin restaurar y que exhiba en la parte superior una gran franja añadida con posterioridad.

La última sala es territorio para los seis magníficos Meléndez de la colección. La lástima es que no hayan viajado dos, por las dudas atributivas, que permiten reconstruir, junto los que se conservan en el Museo de Bellas Artes de Asturias, la mejor colección de bodegones del pintor asturiano (al margen de la del Prado).

Colección Masaveu: objeto y naturaleza es una buena muestra compuesta por 36 bodegones -de los 45 o 50 que tiene la Fundación- que merece visitarse por su belleza, rareza y por lo poco habitual que resulta su presencia en exposiciones. Podrá visitarse en el Centro Fundación Unicaja hasta el 16 de julio.

Ángel Aterido, comisario de la muestra, junto a un bodegón de Arellano. © Fundación Unicaja.
Antonio Ponce. Bodegón de flores y frutas. Hacia 1640-1650. Colección Fundación María Cristina Masaveu Peterson. © Fundación María Cristina Masaveu Peterson. Fotografía: Marcos Morilla.
Imagen de sala con los bodegones de Juan Bautista Espinosa (izquierda) y Alejandro de Loarte. Fotografía: FR
Este bodegón atribuido a Ignacio Arias ha sido restaurado recientemente y ha hecho aflorar la firma. Fotografia: FR