Ben Shahn en el Reina Sofía: Guerrero por la justicia social
El museo celebra la primera antológica del autor en Europa desde hace 60 años. Para la ocasión se han reunido cerca de 200 obras procedentes de 50 museos, galerías, archivos y colecciones particulares. Shahn es uno de los mayores representantes del realismo social estadounidense, un movimiento normalmente relegado a una posición accesoria por una historiografía más interesada en contar el gran relato del arte de la Guerra Fría: abstractos americanos contra realistas soviéticos. De la no conformidad rompe esta idea monolítica.
El siglo XX fue uno de contiendas ideológicas entre supuestos polos opuestos. En arte, uno de los enfrentamientos más relatados es el de la dirección que tomó la pintura después del fin de la II Guerra Mundial. Las dos potencias mundiales, los Estados Unidos y la Unión Soviética, habían tardado en decidirse por un «estilo oficial».
Rusia había visto nacer a los constructivistas y a los primeros intentos de abstracción y América había coqueteado con un duro realismo que contaba la historia de su peor década, la de la Gran Depresión. Pero después de 1945 los roles se invirtieron: el realismo solo sería apropiado para un país que lo usaba como propaganda a favor de una ideología colectivista y de sacrificio en favor del bien común y la abstracción solo existiría plenamente gracias a la más extrema libertad individual.
Pero como todo gran relato, es necesario dejar fuera detalles que lo contradigan. Ben Shahn es uno de los artistas bisagra que por haber conocido ese cambio de rumbo –y no haberse desviado– hace frente a esa historia.
El Reina Sofía recorre su trayectoria en De la no conformidad, la primera retrospectiva de la obra de Shahn en Europa desde hace 60 años. Se han reunido cerca de 200 obras de más de 50 prestadores entre instituciones públicas y coleccionistas particulares como el Museo Whitney, el MoMA, el Museo de Arte de Harvard y el Smithsonian.
Shahn (Kaunas, Lituania, 1898 – Nueva York, 1969) se inició en los años 30 y se formó en la técnica de la litografía. Este antecedente de obra gráfica será persistente en su pintura posterior, ya sea por sus formatos –muchos de ellos aprovechados o ideados como carteles propagandísticos– o por los trazos que definen los rasgos de muchos de sus personajes.
También tuvo formación como fotógrafo a cargo de Walker Evans, tal y como declaró la comisaria de la muestra, Laura Katzman, durante la presentación: «Solo necesitó una clase de Evans. Shahn aprendía rápido y supo inmediatamente lo que necesitaba del medio».
Pero esa experiencia de inspiración directa fue casi única. A pesar de sus viajes a Europa para conocer la vanguardia artística, su estilo tuvo que evolucionar por otros derroteros. Según contó Katzman: «Cuando Shahn coincidió con Picasso en París, solo le oyó hablar del hambre que tenía y supo que tendría que buscar en otra parte».
Esa voz propia la encontró al poner en primer plano a los desfavorecidos. Era un luchador por la justicia social, un retratista de la sociedad del momento, al igual que podían haberlo sido en sus primeras etapas artistas como Pollock o Rothko. La diferencia es que Shahn nunca abandonó esa perspectiva.
Con respecto al gran cambio hacia la abstracción americana que supuestamente relegó a los realistas a un segundo plano, Katzman deconstruye la idea: «Es una exageración decir que el crecimiento del expresionismo abstracto desbancó al resto de estilos. Shahn no abandonó nunca la figuración, pero tampoco vivió de espaldas a la abstracción. Tuvo relación con esos pintores, discutiendo sus ideas a nivel intelectual a través de su obra».
De hecho, en los últimos años de su pintura, adoptó alguno de los recursos de sus competidores sin abandonar su interés en la lucha por los derechos de los desfavorecidos.
Pero no solo miraba a los problemas de su país: «Fue un ciudadano del mundo. Pensaba constantemente en la relación de los Estados Unidos con el resto del mundo. Había sido testigo de dos Guerras Mundiales y estaba vigilante ante cualquier ideología peligrosa».
A pesar de este compromiso social tan férreo hay un sensación de cierto sarcasmo a lo largo de las salas. «Podía ser vitriólico con personajes como el senador McCarthy, pero también dulce y divertido», puntualizó Katzman.
El visitante al terminar el recorrido no podrá evitar pensar en las palabras de la comisaria cuando dijo que «la obra [de Shahn] podría resultar pertinente para cualquier generación posterior, pero parece haber adquirido una nueva urgencia en el clima político de gran polarización que impera hoy dentro y fuera de los Estados Unidos, en un momento en el que la política convencional ha experimentado una transformación radical». Ben Shahn. De la no conformidad estará abierta al público en el Museo Nacional Reina Sofía hasta el 26 de febrero de 2024.