Beatriz Caravaggio y lo que la ciencia no cuenta de la bomba atómica en Bilbao

Beatriz Caravaggio y lo que la ciencia no cuenta de la bomba atómica en Bilbao

La artista presenta en el Museo de Bellas Artes de la capital vizcaína una obra centrada en la amenaza nuclear y el descontrol que ello provoca sobre la población y las ciudades. Analiza los informes científicos desclasificados de los ensayos atómicos junto a los testimonios de las víctimas en una pieza que se enmarca dentro del programa de creación en videoarte organizado entre la institución bilbaína y la Fundación BBVA.

El 16 de julio de 1945 Nuevo México fue testigo de la primera detonación atómica: Trinity originó una explosión de 20 kilotones que evidenció un poder destructivo nunca antes visto. Apenas 21 días después, la bomba Little Boy caía sobre Hiroshima y, tres días más tarde, Fat Man impactaba sobre Nagasaki. Juntas provocaron cerca de 200.000 muertes y centenares de personas sufrieron quemaduras, malnutrición y cánceres por culpa de la radiación.

Aquellos fueron solo dos casos pioneros de las 2.000 pruebas que desde entonces han realizado los países más poderosos del planeta. Todos esos ensayos fueron minuciosamente documentados, estudiados y filmados por los diferentes gobiernos, acumulando miles de archivos audiovisuales. Ahora ese material científico desclasificado ha servido como punto de partida a Beatriz Caravaggio para crear Out of Control. Reports on the Atomic Bomb, que podrá verse en la sala 4 del Museo de Bellas Artes de Bilbao hasta el verano. Se trata de una pieza que combina la extrema precisión de estas imágenes tomadas con espíritu analítico –donde el ser humano, los animales y la vida son meros objetos de estudio– con escenas pertenecientes a campañas dirigidas a los ciudadanos para protegerse precisamente de un ataque de esas características y con testimonios de las víctimas.

Con ello, la videoartista asturiana quiere ahondar en la amenaza nuclear como un ejemplo del descontrol que provoca una ciencia carente de valores éticos y humanos, así como el peligro que entraña.

“No quería hacer una obra al uso que se centrarse en la investigación que llevó a la bomba, en la compleja figura de Oppenheimer y en los ejemplos de Hiroshima y Nagasaki y detenerme ahí. Me resultaba más interesante la posición de la ciencia respecto a otros campos, porque encontré las palabras de Oppenheimer en las que explica que ser científico no le otorga una cualificación para responder a qué se debe hacer o cómo se debe usar la bomba. Acepta plenamente que el ámbito de los valores, la ética y los fines queden en manos de otros: los políticos y los militares”.

Reports on the Atomic Bomb se enmarca dentro del programa de creación de videoarte organizado por el museo junto con la Fundación BBVA y podrá verse hasta el 2 de junio.