Artistas, escritores y abogados debaten sobre la censura
La Fundación Gabeiras ha organizado las primeras jornadas internacionales de Arte, Libertad, Cultura y Censura en el Círculo de Bellas Artes, el Museo Reina Sofía y el Thyssen, en las que han participado Eugenio Merino, Concha Jerez y Eulalia Grau, entre otros. Tres días durante los cuales más de 2.000 personas han podido asistir virtualmente a las charlas de 77 ponentes de todo el mundo.
“Para mí el arte tiene que ver con un cuestionamiento político de los poderes dominantes y hegemónicos, una resistencia a la manipulación”, Eugenio Merino
Era la primera vez que juristas, críticos y artistas se sentaban en la misma mesa a debatir. ¿Qué es la libertad de creación y dónde se encuentran sus límites? Interesante pregunta para plantear a Eugenio Merino, artista que ha tenido que acudir en más de una ocasión a los tribunales por culpa de varias obras relacionadas con Franco –aunque en ninguna ha sido condenado– o a Nacho Carretero, cuyo libro Fariña fue temporalmente secuestrado por una jueza de Madrid.
Pero estos dos casos que hemos podido conocer de primera mano gracias al testimonio de sus protagonistas no son hechos aislados. Se suman a otros tantos relacionados con censuras dentro del ámbito cultural, ya sea por la discriminación que sufren ciertos creadores o por la presión que puedan ejercer algunas instituciones.
Por eso, y ante el creciente aumento de este tipo de prácticas –baste citar la retirada de Presos políticos en la España contemporánea de Santiago Sierra en ARCO hace dos años o los titiriteros encarcelados hace cuatro–, la Fundación Gabeiras ha decidido crear un foro de debate para tratar estas cuestiones desde un punto de vista jurídico, además de ahondar en la libertad de creación como un derecho autónomo de la libertad de expresión.
¿Por qué hay censura o autocensura entre los artistas? ¿Hasta qué punto poseen libertad de creación? ¿Dónde llegan los límites del arte? Con estos interrogantes dio comienzo la primera de las tres jornadas internacionales sobre Libertad, Arte, Cultura. Censura y censuras que se han desarrollado entre los días 25 al 27 de noviembre, en la que también han participado los críticos Mery Cuesta y Fernando Castro Flórez, la escritora Cristina Morales, la fiscal Escarlata Gutiérrez o la jueza Marta Timón. Todos ellos han tratado de analizar, reflexionar y fijar las bases para mantener el equilibrio entre la libertad de creación artística y las normas sociales de convivencia.
“Para mí el arte tiene que ver con un cuestionamiento político de los poderes dominantes y hegemónicos, una resistencia a la manipulación”, comentó Merino durante la primera jornada de debate en el Círculo de Bellas Artes. En su intervención también explicó cómo se ha enfrentado a la censura pública por obras como el ninot del rey, Always Franco o Punching Franco. Esta última pieza le ha llevado incluso a los tribunales, tras ser denunciado y acusado por la Fundación Francisco Franco.
Por su parte, la artista multidisciplinar Charo Corrales confesó que ha tenido que afrontar “la tentación de la autocensura” en más de una ocasión, en su caso por miedo a las amenazas recibidas como reacción a algunas obras religiosas. Entre ellas Con flores a María, un lienzo expuesto el año pasado en la Diputación de Córdoba que algunos consideraron ofensivo contra la fe católica y que acabó mutilado.
“Observo que, a lo largo del tiempo, la autocensura no se ha reducido, sino incrementado poderosamente. Por eso yo no trabajo solo por desahogo personal, sino por transmitir que esa autocensura existe, y no únicamente en las leyes”, afirmó Corrales en una de las mesas de debate.
Lo cierto es que la censura y la autocensura son métodos que han estado siempre presentes en nuestra sociedad. En siglos pasados ya se practicaba, tal y como recordó Javier Portús. El Jefe de Conservación de Pintura Española hasta 1800 del Museo del Prado hizo un recorrido por el “arte obsceno” de la historia del arte, poniendo especial hincapié en los desnudos de venus, sátiros y ninfas que poblaron algunos camerinos privados y ocultos de monarcas españoles como Felipe II o Felipe IV.
También los nazis practicaron la censura, sobre todo contra aquellos que desarrollaron un arte esencialmente moderno: ya fuesen cubistas, fauvistas, surrealistas o expresionistas. Para mostrar esa realidad, el Museo Thyssen-Bornemisza presentó el viernes un corto documental sobre Metrópolis, la obra de Georg Grosz que los nazis retiraron de un museo de Mannheim por considerarlo arte degenerado (y que ahora es protagonista de la exposición Expresionismo alemán en la colección del barón Thyssen-Bornemisza).
“Yo no trabajo solo por desahogo personal, sino por transmitir que esa autocensura existe, y no únicamente en las leyes”, Charo Corrales
Tras demostrar con casos prácticos la presencia de la censura en el ámbito cultural surge la pregunta. Entonces, ¿cómo defender la libertad de creación? Otra cuestión tratada en estas jornadas, gracias a Jesús Prieto de Pedro, Catedrático de Derecho Administrativo de la UNED, y Laura Díez Bueso, Catedrática de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona.
Ambos estuvieron de acuerdo en considerarla como un derecho fundamental que se sitúa al mismo nivel que la libertad de expresión, si bien no la identifican 100% con ella porque “tiene su propia autonomía”, defendió Prieto. “El arte no es un adorno, es esencial a la vida humana. La libertad artística es la garantía para que la creación sea más rica, plural y crítica”.
Ahora bien, ¿dónde están los límites del humor, el arte y la escritura? Está claro que esa «riqueza y pluralidad» de creación deben encontrar su contrapunto en otros derechos fundamentales como el del honor, la propia imagen o el de la libertad religiosa, del mismo modo que debe convivir con las responsabilidades del ciudadano que vive en sociedad.
A este respecto se refirió precisamente Cristina Morales, Premio Nacional de Narrativa 2019. “La libertad de expresión que tenemos el derecho de ejercer debe entrar dentro de unos cauces, de unos límites. Lo que digas jamás debe de intentar subvertir de forma real y radical lo establecido, el orden o la moral dominante”.
Esa es, quizá, la mejor enseñanza que podemos sacar de estas jornadas, en las que han participado más de 2.000 asistentes online con sus preguntas y aportaciones dentro de las diferentes mesas de debate. Una experiencia «muy satisfactoria», según manifestó Patricia Gabeiras en la clausura de estas jornadas, que nos recuerdan cómo libertad y límites son dos palabras que caminan de la mano. Sol G. Moreno