Biombos y pintura de castas para ilustrar la vida de Nueva España
Casa de México presenta en Madrid, en colaboración con Citibanamex – Banco Nacional de México y Fomento Cultural Banamex, una muestra sobre la pintura profana desarrollada en Ciudad de México entre los siglos XVII y XVIII.
Biombos y castas, pintura profana de la Nueva España ofrece, hasta el 14 de febrero de 2021, una selección de obras que acercan al público madrileño algunos de los géneros más desconocidos de los artistas de Ciudad de México entre los siglos XVII y XVIII.
Aunque habitualmente la pintura novohispana se relaciona con obras religiosas y escenas de la historia sagrada que ocupan los retablos de templos y conventos, lo cierto es que también se desarrollaron otro tipo de representaciones plásticas: como la pintura de historia, la mitológica, las vistas de ciudades e incluso la pintura de castas.
Precisamente esta última es objeto de estudio en una exposición de Casa de México, que centra su mirada en unas obras más intimistas y cotidianas, alejadas del ámbito religioso. Cerca de una veintena de pinturas ilustran cómo era la ornamentación de los espacios domésticos o civiles, donde la idea de la belleza prima sobre el contenido de la escena.
Los ejemplos que ahora pueden verse en esta exposición podrían catalogarse en dos núcleos bien definidos según su tipología. Por un lado, se encuentran los biombos, mobiliario de grandes dimensiones con una doble función (utilitaria y decorativa) que narran escenas de diversa índole, desde batallas históricas hasta representaciones de la vida cotidiana.
En segundo lugar, el recorrido ofrece una selección de las mencionadas pinturas de castas, surgidas en torno al siglo XVIII para dejar constancia de las relaciones interraciales.
Este tipo de obras, de origen mayormente novohispano pero con ejemplos relevantes también en el virreinato del Perú, tenían como objetivo mostrar las distintas razas de las Indias Occidentales; así como sus trabajos, profesiones, lugares donde vivían y ropas que vestían.
Normalmente se trataba de composiciones donde una familia de tres componentes -madre, padre e hijo- presentaban las posibles mezclas entre españoles, indios y negros, dando origen a términos como mestizo o mulato, castizo, morisco, saltatrás, coyote o cambujo. Podía tratarse de representaciones sencillas o bien de complejas escenas con estudio de paisaje étnico y aparición de alguna fruta local; todo ello condensado en una sola tabla o en una serie de hasta 16 pinturas.
Durante el siglo XVIII este género se fue transformando. Y si entre 1711-1760 triunfaban las representaciones exóticas donde se hacía gala del orgullo criollo, más adelante se apostó por escenas más ‘europeas’ y cercanas a las reformas borbónicas.
Este singular recorrido por la pintura profana de Nueva España se completa, como el propio título de la exposición indica, con varios y coloridos biombos. Traído del lejano Oriente por los portugueses y adoptado como propio en las principales casas mexicanas, este pronto pasó a formar parte del ajuar doméstico novohispano.
En los talleres locales el biombo sufrió importantes transformaciones, desde el tipo de material (papel, sedas o lino traído de Flandes) hasta los motivos pictóricos. Las hojas de estos elementos con doble función (doméstica y ornamental) podían ilustrar escenas históricas como la conquista de México o las batallas de Alejandro Farnesio, pero también vistas cartográficas de la capital, relatos mitológicos o aspectos de la vida cotidiana. Un amplio repertorio de composiciones con el que Casa de México recupera parte del legado de Nueva España.