JOYAS SUIZAS DEL COLECCIONISMO PRIVADO
Más de medio centenar de pinturas adquiridas por Im Obersteg y Staechelin se exhiben por primera vez en el Museo Reina Sofía
El Museo Reina Sofía acoge temporalmente 62 pinturas procedentes de las colecciones privadas de Karl Im Obersteg y Rudolf Staechelin. Nombres de autores prácticamente ausentes en España como Marc Chagall, Odilon Redon o Alexej von Jawlensky conviven con Van Gogh, Renoir y Picasso en una exposición que muestra cómo el nacimiento del coleccionismo moderno en Suiza estuvo ligado al auge de la burguesía liberal.
Es la primera vez que estos tesoros salen de Basilea. Habitualmente expuestos en el Kunstmuseum Basel, cuelgan ahora de las paredes del edificio Sabatini. Para que no se sientan extrañas en un país ajeno, han viajado a Madrid junto a un buen número de obras procedentes de los fondos del museo helvético, aunque no descansan en la misma planta. Tampoco pertenecen a la misma exposición.
Coleccionismo y modernidad. Dos casos de estudio: colecciones Im Obersteg y Rudolf Staechelin traza un recorrido por la pintura figurativa moderna desde finales del siglo XIX hasta 1940. Ilustra, asimismo, la importancia del coleccionismo privado suizo posterior a la Primera Guerra Mundial, que tuvo una repercusión en las instituciones públicas. Prueba de ello es que ambas colecciones se exhiben en uno de los primeros museos públicos del mundo: el Kunstmuseum Basel, institución que, por cierto, adquirió el Arlequín sentado de Picasso, del que se desprendieron tanto Im Obersteg como Staechlein.
El cuadro en cuestión se puede ver excepcionalmente en el Museo del Prado –junto al resto de picassos cedidos a la pinacoteca madrileña–, pero la fotografía que muestra la manifestación de los habitantes de Basilea para recaudar fondos y evitar que la obra saliese del país se exhibe en el Reina Sofía. Esta anécdota, que relaciona a los dos primeros dueños del cuadro, no hace sino reforzar la idea de que Im Obersteg y Staechelin poseen “dos colecciones hermanas” con una historia compartida.
Las pinturas expuestas en la cuarta planta del Reina Sofía –44 del primero y 18 del segundo– revelan los matices entre ambos. A Karl Im Obersteg (1883-1969) le gustaban las pinturas cargadas de color, por eso adquirió obras de Nolde, Derain, Soutine y Alexej von Jawlensky, artista ruso al que conoció personalmente. Este último y Chagall fueron sus dos grandes pasiones, de ahí que sean los que mejor representados están (en la colección y en la muestra). También se exhibe un singular lienzo pintado por las dos caras, de modo que son dos picassos en uno: Bebedora de absenta y Mujer en el camerino.
Rudolf Staechelin (1881-1946), por su parte, fue un hombre de negocios que comenzó a coleccionar cuando las exposiciones de artistas franceses coparon las salas culturales de Basilea. Más meticuloso que su compañero, adquirió solo obras creadas en periodos “maduros” de artistas como Monet, Manet, Renoir, Van Gogh o Gauguin. De este último, se mostrará, a partir de julio, NAFEA faa ipoipo (¿Cuándo te casarás?), obra que ostenta el título de más cara de la historia, gracias a los 300 millones de dólares que, dicen, ha pagado la Autoridad de Museos de Qatar.
Coleccionismo y modernidad se podrá visitar hasta el 14 de septiembre en el Museo Reina Sofía y después viajará a la Phillips Collection de Washington. La entrada a esta exposición permitirá, asimismo, el acceso a otras dos muestras promovidas junto al Kunstmuseum Basel:Fuego Blanco, también en el Reina Sofía, y 10 Picassos del Kunstmuseum Basel en el Museo del Prado. Sol G. Moreno