LA BELLEZA COMO CONSUELO
La Fundación Telefónica repasa 25 años de trayectoria de Luis González Palma y su mirada hacia la guerra civil de Guatemala
Cuando el dolor y el vacío se han apoderado de un país en guerra durante décadas, solo queda una solución: la belleza como consuelo. Esa es la certeza de Luis González Palma, autor guatemalteco que ha recorrido su país en busca de rostros y objetos con los que reflejar la memoria de un conflicto que acabó con la vida de miles de personas. Su mirada se ha dirigido hacia lo colonial, lo exótico y lo indígena, precisamente el colectivo más afectado durante la guerra civil en Guatemala (1960-1996).
Imágenes como No quería hablar de esos años, un piano solitario con piedras en sus teclas, o Murmuran los recuerdos, una rosa con agujeros, demuestran cómo se puede hablar de la guerra sin renunciar a la estética. Con su cámara, González Palma documenta y denuncia, pero también crea sirviéndose de las artes plásticas. Por eso no revela sus instantáneas en papel fotográfico normal, sino sobre papel de arroz o seda, a los que aplica betún de Judea o pan de oro. Estas curiosas imágenes –al autor no le gusta hablar de fotografías– se pueden ver ahora en el Espacio Fundación Telefónica.
Luis González Palma. Constelaciones de lo intangible muestra cerca de 70 imágenes de los últimos 25 años. Son unas creaciones que se sitúan en el límite entre fotografía y pintura, en ocasiones jugando con la tercera dimensión, que proponen una experiencia escultórica de la imagen. La exposición se percibe así como “una macroinstalación del artista”, según Laura Fernández Orgaz, responsable de exposiciones de la Fundación Telefónica. Quizá por eso el recorrido se plantea de forma circular, con una primera obra, Möbius (instalación), que da la bienvenida al visitante y también le despide.
Entre medias, imágenes hechas durante los años 1988 y 2015 que nos hablan de la incesante experimentación formal llevada a cabo por el artista, cuya evolución va de la fotografía bidimensional a la pintura-fotografía y de esta a la instalación. En Historias paralelas (1995), por ejemplo, presenta una película ortocromática en cajas de luz, mientras que en sus catóptricas juega con rostros distorsionados que se reflejan sobre cilindros espejados, al modo de las anamorfosis pictóricas.
Todo un universo de constelaciones intangibles cargadas de memoria y sentimiento que podrá verse hasta el 18 de octubre en la Fundación Telefónica, como parte del programa oficial de PHotoEspaña. SGM