MATEO MATÉ REINTEPRETA EL CANON CLÁSICO
La Sala Alcalá 31 presenta una veintena de esculturas del artista conceptual en las que reflexiona sobre los valores estéticos y morales de nuestra sociedad, a través de reproducciones del taller de vaciados de la Academia de San Fernando.
Una venus hermafrodita sorprende al espectador nada más acceder a la exposición. La diosa del amor y la belleza, habitualmente representada con proporciones perfectas, sensuales y femeninas, de repente tiene pene. Unos metros más allá, la imponente figura del Discóbolo de Mirón presenta rasgos negroides en su rostro, mientras que Adonis posee un cuerpo obeso. ¿Qué ha pasado con las esculturas clásicas? Mateo Maté las ha manipulado deliberadamente para llamar la atención sobre la existencia de otros modelos que escapan del célebre canon de siete cabezas.
Fue Polícleto quien, en el siglo V a.C., impuso estas proporciones en la estatuaria clásica griega y las corroboró en su Doríforo, figura que se convirtió en referencia del cuerpo humano perfecto durante siglos. Esta obra y la Venus de Milo son, de hecho, las esculturas que mejor encarnan la belleza clásica, por eso no extraña que sean precisamente ellas las que ahora abren el recorrido de la muestra Canon, la última instalación site specific concebida por Maté. Curiosamente, ambas figuras han intercambiado la parte inferior de sus cuerpos, de modo que la Venus ostenta un miembro viril y el Doríforo se tapa púdicamente con unas telas más propias de su compañera de sala.
La exposición ofrece un recorrido laberíntico –metáfora de lo azaroso de la existencia- por 15 piezas creadas por el autor en el taller de vaciados de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Es la primera vez que se atreve con el modelado, pero la experiencia le ha encantado. “He hecho un máster en moldes”, confiesa. De este modo, y partiendo de las copias más célebres de la Academia, ha creado su propia mitología de venus hermafroditas, embarazadas o ancianas que se acercan más a la realidad que el cuerpo eternamente joven e idealizado por los griegos (aunque la publicidad siga apostando por este concepto).
“No vivimos en un parque temático como nos quieren hacer creer. Hay muerte, enfermedad y agonía, temas que parecen tabú en nuestra sociedad. Por eso he querido incluir este Crucificado desnudo de Cellini en la muestra, porque me parece uno de los más humanos”, explica el propio Maté frente a la reproducción del Cristo que ha concebido para la ocasión. La figura carece de paño de pureza, como el de Cellini, pero además le ha despojado de los brazos, con lo que aumenta el patetismo aún más. El recorrido se completa, además, con cuatro obras procedentes del Museo de Escultura de Valladolid.
El templo de Apolo en Delfos escondía un mensaje que la tradición atribuye a Heráclito: “Conócete a ti mismo”. Ese mensaje es el mismo que quiere trasmitirnos, siglos después, Mateo Maté con su canon de arrugas, gorduras y pliegues. Porque no se trata de romper moldes, sino de superponer miradas y aceptarlas todas. Las clásicas y las modernas, las idealizadas y las reales.
Hasta el 23 de julio. Sol G. Moreno