Art Basel sale airosa gracias a los grandes nombres
La feria por excelencia del arte contemporáneo cierra su 56º edición acompañada de sol, afluencia de público eminentemente europeo –88.000 visitantes– y unos resultados millonarios centrados en las grandes figuras del mercado. David Hockney, vendido por 15 millones de dólares, Ruth Asawa con su escultura de 9,5 millones y Gerhard Richter por 6,8 millones fueron el trío ganador.
La semana pasada en Basilea brillaba un sol inusitado en la ciudad. Eso auguraba buenas sensaciones, a pesar de que el ambiente en Art Basel era de contención y nerviosismo por la escalada de violencia entre Irán e Israel. Es cierto que el buen tiempo animó al público a acercarse hasta el recinto diseñado por Herzog & de Meuron, pero no fue suficiente para igualar las cifras del año pasado –91.000 visitantes–, probablemente por la ausencia de coleccionistas norteamericanos, que también rebajó el volumen de ventas.
Resiliencia y cautela fueron algunas de las palabras que se escucharon durante las jornadas VIP de la feria donde, por cierto, causaron furor las muñecas Labubu creadas en colaboración con el artista Kasing Lung (la edición limitada de 100 ejemplares se quedó muy corta).
La sombra de la incertidumbre se cernía sobre los agentes del arte como una espada de Damocles; aun así, el buque insignia de Art Basel ha demostrado que por algo es la madre de todas las ferias de arte contemporáneo, ofreciendo no solo piezas de primerísimo nivel, sino también consiguiendo cerrar operaciones millonarias. Y es que ya el primer día de la feria se alcanzó un récord de Jaune Quick-to-See Smith, artista y activista nativa americana cuyo I See Red: Indian Heart alcanzó casi el millón de dólares.
Las 289 galerías que acudieron del 19 al 22 de junio a Basilea llegaron con su mejor selección de piezas para el público más selecto y pudiente. Apuestas fuertes pero seguras como Baselitz, Gormley, Bourgeois, Beuys o Condo que no han fallado y se han vendido a sus precios habituales.
Porque si hay algo que triunfa en tiempos de cautela, son los nombres establecidos, por mucho que sean los más caros. Como David Hockney, de quien se vendió Mid November Tunnel (probablemente una de las ventas más destacadas de Art Basel 2025). La galería londinense Annely Juda encontró comprador para esta obra en un precio que oscila entre los 13 y 17 millones de dólares.
Otro artista vivo habitual del top ten del mercado contemporáneo obtuvo igualmente buenos resultados: Gerhard Richter. Entre las obras suyas presentes en varios stands, cabe destacar una pintura vendida por 6,8 millones en David Zwirner. La todopoderosa galería, que mantiene sede en Nueva York, Los Ángeles, Hong Kong, Londres y París, cerró otras operaciones millonarias gracias a la escultura de alambre de Ruth Asawa, que alcanzó los 9,5 millones; un díptico de On Kawara vendido en 1,3 millones y una pintura de Dana Schutz con un precio de 1,2 millones.
De Keith Haring, Gladstone vendió Lilies 11, una composición con un precio de 3,5 millones; además de un collage de Robert Rauschenberg y la pintura de Alex Katz por 1,2 millones cada una.
Después de todo, la feria ha conseguido salir airosa de una edición que no era fácil, tras los datos arrojados hace un par de meses por el informe elaborado junto a UBS y el ambiente de crispación. Quizá por eso, Iwan Wirh –presidente de Hauser & Wirth– celebraba los resultados obtenidos este año en Art Basel. “En un momento de intercambio instantáneo y en el que todo se mueve de forma digital, la feria demuestra que las mayores recompensas vienen de asistir en persona. Esta es la cita donde te garantizamos que puedes ver obras maestras que, de otro modo, no verías”. Se refería, quizá, al par de obras en gran formato de Mark Bradford que colgaban de su stand y que encontraron comprador por un precio cercano a los 3,5 millones de dólares cada una.
Pero los buenos resultados no solo alcanzaron a las piezas de mayor rango. Es cierto que esas son las más destacadas y las que están obligadas a triunfar –si bien son las más complicadas de vender–, sin embargo, el mercado se nutre de muchas más obras de gama media con un precio asequible (justo el mercado que se mantiene y que menos ha perdido).
En ese rango cabe mencionar, por ejemplo, el mural Conversaciones de Claudia Martínez Garay, adquirido por 90.000 euros por el Pérez Art Museum de Miami a la galería Grimm, o Heavy Dragon de Tuan Andrew Nguyen, que ofrecía James Cohan por 85.000 dólares y que se quedó un museo estadounidense.
Ambos museos americanos no fueron la única representación institucional que acudió con la chequera llena a Art Basel. Hubo otras, aunque fundamentalmente europeas. Por ejemplo, la que se hizo con Playmate de James Rosenquist por 1,8 millones de dólares en Thaddaeus Ropac, o el museo que compró Red Birds de Cai Guo-Qiang por 1,2 millones de dólares.
Por lo que respecta a las galerías españolas, cabe hablar de buenas ventas, aunque algo más lentas de lo habitual, según Elvira González. “Este año se ha notado la ausencia de grandes coleccionistas norteamericanos, que son el grupo más numeroso y el que decide más rápido sus adquisiciones”.
En su caso han vendido obras de prácticamente todos los autores que llevaban: los españoles Barceló y Uslé, además de Gego, Donald Judd y Olafur Eliasson. “Art Basel sigue siendo la feria donde las galerías de arte moderno y contemporáneo seleccionan la mayor selección de obras expuestas. Esto redunda en la calidad, que sigue siendo indiscutible”.
Lo mismo defiende Casado Santapau, tras haber vendido un gran díptico de Antonis Donef en la sección Unlimited que ya va camino del Istanbul Modern Museum. “Nuestra impresión es que sigue siendo la feria más importante del mundo, a pesar de los vaivenes del mercado”.
Travesía Cuatro, por su parte, vendió una obra sin título de La Chola Poblete. Y, aunque también ha notado la disminución de público, celebra que la representación española haya aumentado este año.
La 56º edición de Art Basel cierra, por tanto, con buenas ventas en un momento de reajuste del mercado, donde la incertidumbre se sigue peleando con la ilusión de los compradores. Un año en el que, además, se ha aprovechado para introducir a la principal colaboradora de su futura nueva sede en Qatar: la Jaquesa Al Mayassa Bint Hamad Bin Khalifa Al Thani, quien ha participado en una mesa redonda. Sol G. Moreno