Guardi, el vedutista más poético, llega al Thyssen

Guardi, el vedutista más poético, llega al Thyssen

El museo madrileño acoge en la segunda planta de la colección permanente el conjunto de 18 vistas de Venecia pintadas por Francesco Guardi y adquiridas por Calouste Sarkis Gulbenkian a principios del siglo XX. Han venido desde Lisboa para completar, hasta el 11 de mayo, el discurso pictórico de la poderosa Serenissima con las líricas escenas del último de los vedutistas.

Francesco Guardi. La fiesta de la Ascensión en la Plaza de San Marcos, Venecia, c. 1775. Óleo sobre ela. 61 x 91 cm. Museo Calouste Gulbenkian, inv, 390, Museo Calouste Gulbenkian/ Fundación Calouste Gulbenkian. Foto: Caterina Gomes Ferreira

Era el sueño de Mar Borobia desde hacía unos años y ahora, por fin, se ha hecho realidad. La colección de pinturas de Francesco Guardi que atesora la Fundación Calouste Gulbenkian llega al Museo Thyssen como invitada de honor, para medirse con el resto de vedutte que exhibe la colección permanente del museo madrileño.

La propuesta, que se ha titulado Guardi y Venecia en la colección del Museo Gulbenkian reúne un total de 18 óleos –uno de ellos del hijo, Giacomo– más un dibujo del artista mejor representado en la institución lusa.

“Desde que vi por primera esas escenas en Lisboa, me quedé absolutamente prendada de ellas y quise pedírselas”, confiesa la historiadora, que no se atrevió a hacerlo hasta 2022, cuando viajó a la institución portuguesa por el préstamo del Autorretrato de Rembrandt.

Ella preguntó a su homóloga si le dejarían las escenas del pintor veneciano, y se encontró con una respuesta afirmativa que solo pedía una cosa a cambio: que el Thyssen cediese, a su vez, las obras venecianas que tenían ellos. Surgió así un acuerdo de colaboración entre ambos centros. La primera parte ya se completó durante el último trimestre del año pasado, cuando tuvo lugar Venecia en fiesta. De Canaletto a Guardi en Lisboa, y ahora le toca el turno a Madrid.

La veintena de obras recién llegadas se han alojado en la segunda planta del Thyssen, justo al lado de los lienzos de Canaletto, Bellotto y Tiepolo. De esta forma, se puede establecer una continuidad entre las diferentes vistas venecianas que inmortalizaron lugares emblemáticos de la ciudad que dominó el Mediterráneo entre el siglo IX y el XVIII con la Serenissima: desde el puente Rialto a San Marcos o el Gran Canal.

Francesco Guardi. El puente Rialto según el proyecto de Palladio. Hacia 1770. Museo Calouste Gulbenkian, Lisboa.
Francesco Guardi. El puente sobre el Brenta junto a las compuertas del Dolo. Hacia 1770-1780. Museo Calouste Gulbenkian, Lisboa.

Se trata de escenas fechadas entre 1765 y 1791 donde Guardi muestra los mismos escenarios, pero con diferentes variaciones. Como ejemplo, la pareja de lienzos que cuelga en la misma pared sobre la fiesta de la Ascensión en la plaza de San Marcos, cuyo punto de vista apenas cambia de ángulo. En ambos casos se muestra el campanile a la derecha con la basílica al fondo, mientras un grupo de personas ocupa la plaza.

AMA LOS ÁNGULOS Y LAS ASIMETRÍAS, AUNQUE LO MÁS CARACTERÍSTICO DE SU ESTILO ES ESA PINCELADA SUELTA, RÁPIDA, LIBRE Y EXPRESIVA

Si observamos con atención, veremos cómo las figuras de Guardi toman un protagonismo que no vemos, por ejemplo, en las escenas de Canaletto. Tampoco las líneas del horizonte son las mismas. “Las de Francesco son más bajas y sus cielos nublados”, explica Guillermo Solana. “Frente al realismo casi fotográfico de Giovanni Antonio Canal, Francesco acentúa los efectos atmosféricos. Ama los ángulos y las asimetrías, aunque lo más característico de su estilo es esa pincelada suelta, rápida, libre y expresiva.

Por eso se le consideró una suerte de pintor impresionista, cuyas escenas cargadas de lirismo le convirtieron en “el primer artista contemporáneo”, según Solana. Algo que no jugó a su favor en vida, ya que entonces predominaba el ideal neoclásico y condenó al artista a un injusto segundo plano. Fue ignorado hasta que a principios del siglo XX comenzó a reivindicarse su figura, precisamente en los mismos años en que el financiero portugués se decidió a comprar sus pinturas (entre 1907 y 1921).

Francesco Guardi (1712-1793) venía de una familia de artistas. Su padre era pintor, su hermano mayor –Gianantonio– también lo era y su hermana se casó con Giovanni Battista Tiepolo. Durante los primeros años se limitó a crear escenas religiosas e históricas en el taller del hermano, donde pasó prácticamente inadvertido.

No fue hasta la muerte de este, cuando comenzó a pintar las vistas venecianas por las que es conocido; primero guiado por las formas de Canaletto, después con un estilo mucho más personal que le permitió convertirse en el autor más importante del Settecento. Su arte representa el fin de una era, el crepúsculo de Venecia. Es el último y más poético de los vedutistas. Sol G. Moreno

Francesco Guardi. El pórtico del Palacio Ducal. Hacia 1778. Museo Calouste Gulbenkian, Lisboa.