Los manuscritos de la Biblioteca Arriola-Lerchundi se exhiben en Bilbao

Los manuscritos de la Biblioteca Arriola-Lerchundi se exhiben en Bilbao

El Museo de Bellas Artes de Bilbao acoge dentro del programa La Obra invitada, en la que colabora desde hace dos décadas la Fundación Banco Santander, una selección de 40 manuscritos de la Biblioteca Arriola-Lerchundi, presentados junto a un conjunto de obras de arte del propio museo, que ayudan a contextualizar época y temática. Comisariada por José Luis Merino, conservador de Arte Antiguo del Museo de Bilbao, la muestra permanecerá abierta hasta el 2 de febrero de 2025.

De izquierda a derecha: Miguel Zugaza, director del museo; José Luis Merino Gorospe, conservador de Arte Antiguo y comisario de la exposición; Carlos Prieto, director territorial País Vasco del Banco Santander, y vocal del Patronato del museo; Rosa Lerchundi, coleccionista; Juan Mari Aburto, alcalde de Bilbao y presidente del Patronato de la Fundación Museo de Bellas Artes de Bilbao; José María Arriola, coleccionista; María Beguiristain, directora de Arte y Exposiciones de la Fundación Banco Santander; y Jaime Arriola Lerchundi, hijo de los coleccionistas.

La Biblioteca Arriola-Lerchundi, que se conserva en Bilbao, es una compilación privada de gran importancia artística y documental por su volumen y calidad. Reúne cerca de 20.000 impresos -entre los que se incluyen 140 incunables- y 15.000 manuscritos, y es fruto de la labor coleccionista del notario bilbaíno José María Arriola y su esposa Rosa Lerchundi, que fueron adquiriendo piezas de gran valor bibliográfico.

La selección, comisariada por José Luis Merino Gorospe, conservador de Arte Antiguo del Museo de Bellas Artes de Bilbao, es una exposición de gran valor histórico artístico porque además de las 40 obras seleccionadas de la Biblioteca Arriola-Lerchundi, datadas entre los siglos XII y XIX,  se acompañan en las salas de 11 pinturas, una escultura, una acuarela y dos fotografías, que se han reunido por su interés artístico y por la proximidad histórica o iconográfica con el contenido de los manuscritos.

En ese conjunto de excelencia hay ejemplares de distintas tipologías, desde los preciados libros de horas hasta cartas de privilegio reales o ejecutorias de hidalguía. Junto a ellos destacan por su rareza una Biblia en euskera y por su interés historiográfico, dos cartas autógrafas de Francisco de Goya y una partitura también de propia mano del compositor bilbaíno Juan Crisóstomo de Arriaga.

En esa interacción entre las obras del Museo de Bilbao y los manuscritos vamos observando una pintura del siglo XIII, El arca de Noé, una talla de madera del XIV, San Juan al pie de la cruz, y cerca de esas piezas documentos de valor histórico como el Diploma de Alfonso I el Batallador, un privilegio rodado de Alfonso XI y otro más de Juan II de Castilla; el libro De Rebus Hispaniae Gothica del arzobispo e historiador Rodrigo Jiménez de Rada o el Corpus Iruis Civilis, el compendio más importante de Derecho Romano de la historia, que se hizo por orden del emperador Justiniano I antes de 1477.

En otra vitrina vemos los cinco libros de horas originarios de París, Rouen y Angers, piezas únicas del arte medieval y renacentista que reciben su nombre por contener plegarias para cada una de las horas canónicas y que se originaron en los scriptoriums de los monasterios medievales franceses durante el siglo XIII y, más tarde, con la difusión de su uso, se realizaron también en talleres especializados.

El interés caligráfico y el uso de policromía dorada en fondos y nimbos tienen su traducción pictórica en las tablas de Diego de la Cruz y Bartolomé Bermejo, dos maestros de la pintura religiosa española del siglo XV. Esta religiosidad encuentra también eco en la pintura Virgen con el Niño, ángeles y familia de donantes (c. 1470), en donde del pintor Berthomeu Baró representa a quienes encargaron la obra, y en la sobrecogedora Piedad (c. 1568) de Luis de Morales, probablemente también destinada a la devoción privada.

Virgen de Begoña sobre el escudo de los Vilbao la Vieja, miniatura en la Fe de Hidalguía de los hermanos Pedro y Sancho de Vilbao la Vieja Burgos, c. 1605. Manuscrito sobre pergamino
Ejecutoria de la casa y apellido de Salcedo Granada, 1585 Manuscrito sobre pergamino
Carta de Nobleza Fuentes y Padilla Granada, 1629 Manuscrito sobre pergamino

En ese paseo por la historia sobresalen otras obras de indudable valor bibliófilo como  La hidalguía de la familia Bilbao la Vieja -con la representación más antigua conocida de la Virgen de Begoña sobre su escudo- o la de las casas de Salazar y Butrón, entre otras, queda probada en los espléndidos documentos de los siglos XVI y XVII expuestos. Y cómo no la Carta de nobleza Fuentes y Padilla de 1629, que entre sus páginas guarda un retrato del rey Felipe IV, y que encuentra su correspondencia en el lienzo del museo atribuido al círculo de Diego Velázquez.

En sintonía con estos manuscritos, el excepcional Armorial de los reinos y principales casas de Europa y de la orden del Toisón de Oro de mediados del siglo XVI, iluminado con pan de oro y plata, recoge los principales escudos de armas de la nobleza europea y de una de las órdenes de caballería más antiguas de Europa.

Un documento que probablemente sirvió de carta náutica es el portulano de finales del XVI y comienzos del XVII, que muestra una descripción cartográfica con más de mil topónimos de ciudades, islas y ríos de buena parte del Mediterráneo. La pintura sobre tabla Salvator Mundi (c. 1420-1435) del Maestro de Retascón incluye también una representación pictórica de la tierra, esta vez en forma de globo y en la que se identifican los tres continentes entonces conocidos -Europa, Asia y África- rodeados por un mar en el que navegan a vela diversas embarcaciones.

Por su trascendencia histórica y cultural, sobresalen un ejemplar único de gran rareza de las Crónicas de Vizcaya (1577) de Miguel de Alonsótegui y una copia de 1630 del Fuero Viejo de Bizkaia, así como importantes manuscritos en euskera, como las 15 cartas del Roncal fechadas en 1616-1617 y la Biblia traducida por Pierre d’Urte en 1700.

Por último, la vista de El Arenal de Bilbao de hacia 1783-1784 reflejada en el lienzo de Luis Paret sirve de marco iconográfico para el conjunto epistolar de 1803 -que incluye dos cartas autógrafas de Francisco de Goya- relacionado con el encargo de un retrato de Manuel Godoy por parte del consistorio bilbaíno. También se relaciona con un fragmento así mismo autógrafo de la partitura de la obertura de la ópera Los esclavos felices del compositor Juan Crisóstomo de Arriaga, y a la tinta que recoge una velada musical en el Bilbao de 1817, realizada por el propio Arriaga. Acompaña también a estos ejemplares el Retrato del poeta Moratín (1824), a quien Goya capta en el momento de escribir en unos papeles en los que el pintor dejó constancia de su firma.