Hilma af Klint, la médium de la abstracción, en el Guggenheim

Hilma af Klint, la médium de la abstracción, en el Guggenheim

La artista se adelantó por unos años a Kandinsky y Mondrian, pero ha tenido que pasar un siglo para que su obra reciba el reconocimiento de merece. Es cierto que se empeñó en ocultar su obra más radical –dejó escrito que no se mostrase hasta pasados 20 años de su muerte–, pero luego ha costado reconstruir su figura, llena de tópicos e interrogantes. Ahora el museo bilbaíno trata de desentrañar el misterio de sus pinturas espirituales con una exposición retrospectiva hasta febrero.

Hilma af Klint. Caos primigenio, Serie WU/Rosa, Grupo I (Urkaos, Serie WU/Rosen, Grupp I), n.º 15, 1906–07. Óleo sobre lienzo. 52 x 37 cm. Cortesía The Hilma af Klint Foundation, Estocolmo, HaK 15. ©The Hilma af Klint Foundation, Bilbao 2024.

Radical, fascinante, pionera y desconcertante. Todos esos adjetivos podrían aplicarse a Hilma af Klint (1862-1944), la artista sueca que llegó a la abstracción en 1906 y decidió que se lo ocultaría a la humanidad hasta que esta estuviese preparada. Por eso evitó mostrar sus obras más innovadoras y se limitó a exponer solo las figurativas, enseñando su descubrimiento a un número muy reducido de personas. Y por eso, también, dejó escrito en sus últimas voluntades que no se compartiese públicamente su obra hasta pasadas dos décadas de su muerte.

¿Qué sucedió entonces, hacia 1964, para que sus familiares no mostrasen al mundo aquellos tesoros? ¿Por qué no salió nadie a defender que en los libros de historia del arte, junto a los grandes maestros de la abstracción, debía figurar también Af Klint?

Según explica Tracey R. Bashkoff, comisaria de la muestra junto a Lucia Agirre, era la época del pop art y no hubiese triunfado lo abstracto. Así que tocó esperar otras dos décadas –hasta 1985– antes de abrir aquella singular cápsula del tiempo que nos descubrió a la verdadera madre de la abstracción y a una artista a la que aún estamos conociendo.

Digo esto porque sigue habiendo muchos agujeros en la trayectoria de Hilma. Sobre ella se han escrito cosas que no son del todo ciertas: que si no fue valorada en su época, que si nunca mostró sus obras en público, que si Rudolf Steiner fue el culpable de que dejase temporalmente de pintar…

Precisamente por eso, cabe celebrar proyectos como el que ahora presenta el Guggenheim de Bilbao, porque no solo descubren la obra de esta artista, sino que tratan de desentrañar cómo fue su vida –que desde luego fue fascinante– y contextualizan su trabajo.

Hilma af Klint estudió Matemáticas en un momento de revolución científica con la aparición del átomo, los rayos X y tantos otros descubrimientos que vinieron a cambiar por completo la percepción que hasta ese momento se tenía del mundo. Firmó para que las mujeres pudiesen votar en Suecia y fue la primera secretaria de la Asociación de Artistas Suecas creada en 1914.

Gracias a los ocho libros azules y los cientos de documentos que ella misma dejó escritos sobre su trabajo, hoy podemos saber que, primero, sí expuso en vida, aunque solo sus obras más clásicas, como el paisaje que ahora se muestra en la primera sala.

Y segundo, que la tan mencionada visita de Steiner a su taller, se produjo dos años después de que ella dejase de pintar, no por las palabras del fundador de la Sociedad Antroposófica –de la que por cierto, formó parte–, sino por su situación personal: su madre se había quedado ciega, se disolvió el grupo de Las cinco del que formaba parte y se cambió de casa.

Hilma af Klint. Paisaje estival (Sommarlandskap). 1888. Óleo sobre lienzo. 88 x 148 cm. Dorsia Hotel, Gotemburgo, Suecia. Cortesía The Hilma af Klint Foundation. ©The Hilma af Klint Foundation, Bilbao 2024.
Hilma af Klint. La paloma, Serie SUW/UW, Grupo IX/UW (Duvan, Serie SUW/UW, Grupp IX/UW), n.º 1, 1915. Óleo sobre lienzo. 151 x 114,5 cm. Cortesía The Hilma af Klint Foundation, Estocolmo, HaK 173. ©The Hilma af Klint Foundation, Bilbao 2024.

Agirre insiste en que la decisión de ocultar las pinturas que hoy podemos ver repartidas por la segunda planta del museo no fue por miedo sino por convencimiento propio. “No quiso mostrar su obra en el ámbito cultural no porque no tuviese posibilidades o no creyese en su arte, sino porque quería que la gente que lo contemplase fuese receptiva y tuviese su misma espiritualidad”.

Porque es imposible hablar de su pintura sin mencionar antes que era defensora de la teosofía, que desarrollaba parte de sus creaciones en sesiones espiritistas y que creía estar representando la verdad absoluta guiada por sus ‘maestros de sabiduría’.

Fueron ellos quienes le encomendaron a Hilma af Klint su proyecto más importante: Pinturas para el templo, un trabajo compuesto por 193 obras, entre dibujos y pinturas, que ahora se reparten por el Guggenheim de Bilbao (al menos un centenar de ellas).

Se trata de una serie desarrollada entre 1906 y 1916 pensada para colocar en un templo helicoidal que nunca llegó a construirse; un espacio como el Guggenheim de Nueva York concebido por Lloyd Wright, que en 2018 acogió estas pinturas de la mano de Bashkoff.

La comisaria vuelve a mostrar nuevamente aquellas obras al público, esta vez en el edificio de Gehry, con un recorrido que se asemeja al que ya se pudo ver en Estados Unidos, solo que en su versión extendida. Porque en Bilbao hay más piezas expuestas, algún dato corregido –es lo que tiene seguir investigando sobre la artista, que sigue dando sorpresas– y una voluntad de mostrar su trabajo de forma cronológica y retrospectiva.

Hilma af Klint. La estrella de siete puntas, Serie WUS/La estrella de siete puntas, Grupo V (Sjustjärnan, Serie WUS/Sjustjärnan, Grupp V), n.º 2, 1908. Témpera, gouache y grafito sobre papel, montado sobre lienzo. 75,5 x 62 cm. Cortesía The Hilma af Klint Foundation, Estocolmo, HaK 49. ©The Hilma af Klint Foundation, Bilbao 2024.

La muestra parte de sus obras tempranas, algunas todavía figurativas, así como los dibujos automáticos que hizo junto al grupo de Las cinco. Y culmina con varias series geométricas en torno al átomo o a Perceval (el caballero de la mesa redonda que busca el Santo Grial).

Entre medias, decenas de trabajos, apuntes e instrucciones que tienen que ver con sus Pinturas para el templo; composiciones llenas de color, completamente libres y alejadas de las referencias al mundo visible. En algunas de las series de este proyecto vemos cómo Af Klint transita desde la figuración hasta la abstracción en composiciones donde añade signos, letras o símbolos.

Según ella, en estas obras explora fuerzas, formas y estructuras que estaban ocultas a la vista humana y racional. De ahí que la artista abandonase toda tradición académica, para enfrentarse al reto de representar lo invisible con nuevos métodos como el ocultismo o el misticismo.

Esoterismo, espiritualidad y teosofía se dan la mano en estas creaciones de la autora, que poco a poco fue creando un vocabulario muy personal. Ese que la convirtió en pionera de lo invisible, o si lo prefieren en términos artísticos, de la abstracción. Hilma af Klint cuenta con el patrocinio de Iberdrola y podrá verse en el Guggenheim de Bilbao hasta el 2 de febrero de 2025. Sol G. Moreno

Hilma af Klint. El árbol del conocimiento, Serie W (Kunskapens träd, Serie W), n.º 1, 1913. Acuarela, gouache, grafito y tinta sobre papel. 45,7 x 29,5 cm. Cortesía The Hilma af Klint Foundation, Estocolmo, HaK 133. ©The Hilma af Klint Foundation, Bilbao 2024.