El Año Ensor se despide con los sueños más salvajes del pintor
Amberes pone el broche de oro a la programación especial organizada con motivo del 75 aniversario de la muerte de James Ensor, con cuatro exposiciones que profundizan tanto en su figura como en su influencia sobre autores posteriores. In your wildest dreams lidera la oferta expositiva en el KMSKA, con un recorrido por algunas de sus obras más célebres al que se suma un escenográfico montaje.
Ostende, Bruselas y ahora Amberes. Esas son las tres paradas del Año Ensor, doce meses que están sirviendo para conocer más a fondo a un artista al que a menudo se le ha reducido a simple pintor de máscaras. Apenas salió de su ciudad natal, pero su fama se hizo mundial gracias a esos personajes grotescos e inquietantes esqueletos que rara vez pasan inadvertidos entre el público.
Esa fascinación por lo raro y lo extravagante es lo primero que llama la atención en la obra del artista; quizá por eso, los responsables de organizar las actividades relacionadas con el 75 aniversario de su muerte han preferido dejarla para el final.
Así hemos podido redescubrir a Ensor poco a poco: primero con una propuesta de naturalezas muertas en el museo ZEE de Ostende, luego con parte su obra gráfica, expuesta en verano en el KBR de Bruselas, y ahora con la apoteosis de su creatividad desbocada gracias al Museo Real de Bellas Artes de Amberes (KMSKA en sus siglas neerlandesas).
No es casualidad que esta institución sea la que ponga el broche final al aniversario, ya que posee la mayor colección de pinturas del autor. Y aunque ha tocado esperar, por fin podemos ver al Ensor más típico; el más rebelde, el más salvaje creativamente hablando. In your wildest dreams. Ensor beyond the Impressionism reúne decenas de obras donde se puede apreciar el radical estilo del artista, que siempre fue por libre, a pesar de mirarse en autores como Manet, Munch, Courbet o hasta Goya, con los que ahora se mide en las salas del museo amberino.
Nunca antes se había organizado una exposición que reuniera tal cantidad de obras de Ensor. Esta es la retrospectiva más extensa organizada hasta la fecha”, reconoce la directora del museo, Carmen Willems. En ella no falta prácticamente ninguna de sus obras maestras, tanto las locales –magistral su Comedora de ostras– como los préstamos venidos de todo el mundo para la ocasión (solo falta la célebre Entrada de Cristo en Bruselas de la Getty, una espinita que el comisario Herwig Todts ha conseguido sacarse gracias a un dibujo sobre Las tentaciones de san Antonio prestado por Chicago y cuajado de cientos de detalles que nos hacen rememorar a Brueghel y El Bosco).
Máscaras y esqueletos de todo tipo seducen al visitante, que va pasando de sala en sala mientras se va colando, inconscientemente, en los sueños más secretos del artista. En la primera parte vemos referencias a los maestros clásicos y otros autores coetáneos, mientras que en la segunda las escenas oníricas se tornan pesadillas sacadas del carnaval y la cultura popular.
Por si esto fuera poco, el recorrido trascurre en medio de un montaje que es pura escenografía. El comisario ha transformado el museo en una especie de teatro donde hay telones, bocas del infierno que conducen al Cabaret de París y sombras chinescas que no hacen sino contribuir a ese ambiente ensoñador que se respira en toda la muestra, que podrá visitarse hasta el 19 de enero de 2025.
Los ‘sueños salvajes’ de Ensor son, sin duda, la gran apuesta del trimestre en Amberes, pero no la única. Porque la ciudad de los diamantes ha aprovechado el aniversario para llevar a cabo una colaboración sin precedentes entre cuatro instituciones; de modo que no ha sido una sino cuatro las exposiciones inauguradas en torno al artista la semana pasada.
Así, podemos pasar de las obras en gran formato de Ensor a sus trabajos grabados. Una faceta que puede descubrirse hasta el 19 de enero del año próximo en el Museo Plantin Morethus gracias a States of imagination.
Esta es una exposición donde descubrimos dos cosas: una, que ni siquiera en procesos técnicos como el aguafuerte seguía las normas –que según él eran “enemigas de la invención”–, porque pasaba de invertir las letras para su correcta lectura en la obra final y experimentaba con ácido, hasta el punto de destrozar las planchas que debía grabar. Y dos, su espíritu crítico contra los gobernantes, a los que retrata en actitudes escatológicas.
La colaboración a cuatro bandas de Amberes ha servido para que Cindy Sherman, otra autora que ha trabajado mucho en torno a la máscara y el disfraz, desembarque por vez primera en Bélgica. Anthi-Fashion es el estreno de la fotógrafa estadounidense en el Museo de la Fotografía (FOMU), que puede visitarse hasta el 2 de febrero.
El recurso de la máscara, tan inherente a Ensor, ha sido también la excusa para que el Museo de la Moda (MoMu) acoja su propia reflexión sobre el asunto, que ha llevado a su terreno, especialmente el maquillaje. Masquerade, Make-up & Ensor celebra el trabajo a menudo silencioso de los maquilladores y estilistas de esas modelos que llenan las mejores pasarelas del mundo.
Arte y grabados de Ensor, fotografía, moda y máscaras, muchas máscaras, confluyen en Amberes para dar el empujón final al Año Ensor y despedir por todo lo alto a un artista que siempre apostó por la libertad creadora, al margen de movimientos o tendencias del mercado. Sol G. Moreno