De la máquina a la maquinación en el Reina Sofía
El Museo Reina Sofía inaugura una gran exposición en la que llevan trabajando durante los últimos cinco años. Son 17 salas –y casi medio centenar de artistas– en las que se exploran las teorías de los pensadores franceses Félix Guattari y Gilles Deleuze en torno a estos dos conceptos.
Cuando una máquina se rompe y su utilidad desaparece pasa a ser un objeto de desecho. Sin embargo, según el concepto post industrial de máquina de Guattari y Deleuze, cuanto más se estropea una «máquina maquínica» mejor cumple su función, que no es otra que la de conectar lo de fuera con lo de dentro, lo humano con lo artificial. Para ello, cuenta con la autopoiesis, es decir, con la capacidad de reconstruirse a sí misma, de acabarse, modificarse y reinventarse.
De esta explicación, que resume a grandes rasgos los conceptos en los que se basa la muestra, puede deducirse que Maquinaciones es densa y compleja. Sin embargo Teresa Velázquez, una de las comisarias, ha recuperado la frase de Guada Echevarría «Es fundamental que las exposiciones conmuevan al espectador y lleguen a públicos que no las entiendan» para explicar que no es necesario que el espectador haya leído nada previamente para visitar la muestra, pues las obras se comunican por sí solas, sin necesidad de conocer previamente las teorías de los dos filósofos.
La muestra se divide en tres partes: Máquinas de guerra, máquina esquizo y máquinas de cine y cuidados. En cada una de ellas se utilizan como eje transversal los conceptos de Guattari y Deleuze para ahondar en varios aspectos como la colonización, las migraciones, la psiquiatrización… Con obras que van desde la escultura a la performance, pasando por el dibujo y la instalación.
Antes del primer bloque hay dos salas introductorias que profundizan en los conceptos de máquina tradicional y de «máquina maquínica». Un ejemplo de ello son los croquis del salvadoreño Simón Vega, titulados Tropical Space Proyectos, que parodian la carrera espacial y la esgrimen como última forma de colonialismo, criticando de paso la brecha tecnológica entre el primer y el tercer mundo.
Después de esta introducción, el visitante llega a Máquinas de guerra, área que no necesariamente trata sobre conceptos bélicos, sino sobre la contraposición de estructuras coloniales y estatales a otras formas alternativas de interactuar con el territorio, como el nomadismo. Además, también entra en juego la importancia del teatro, pues en el mundo clásico la palabra «máquina» se aplicaba, sobre todo, a los campos de la guerra y del arte dramático. Un ejemplo perfecto de la unión de ambos conceptos es la obra A Blueprint for Toads and Snakes, de Bajoli. Se trata de una escenografía sin personajes, que aborda la memoria colonial de su Congo natal y los mecanismos extractivistas que se llevaron a cabo en sus tierras.
La máquina esquizo, por su parte, aborda conceptos psiquiátricos y busca crear nuevas relaciones en las que los pacientes puedan ayudar también a otros, ejerciendo cuidados además de recibirlos y construyendo así estructuras menos jerarquizadas. Para elaborar estas nuevas dinámicas, previamente se sustituye el pensamiento freudiano, en su mayoría basado en estructuras cerradas como la familia, por el esquizoanálisis de Guattari.
En este área de la exposición destaca la obra de Zush/Evro, cuyo trabajo se basa en «construir un estado mental» al que le ha asignado himno, moneda, pasaporte… y del que se exponen algunos documentos, acompañados de un pequeño habitáculo en el que el autor ha cubierto de dibujos todas las paredes. Además, pueden verse otras piezas como un cómic cuyo tema central es la esquizofrenia o una serie de obras que toman como base los preceptos de una secta peruana que se comunica con un dios extraterrestre.
Por último, el bloque Máquinas de cine y cuidados comienza con Polígono de sustentación, una videoinstalación de François Pain en la que se intercalan imágenes históricas con entrevistas a Guattari, Francesc Tosquelles y Jean Oury, que tratan temas como el impacto de la violencia o el posicionamiento político de las psicoterapias. En general, se exploran distintas formas de hacer lo que el cineasta Jean-Pierre Bekolo llamó «cine que cura», consistente en hacer películas que ayuden a colectivos minoritarios y marginales a compartir sus ideas y su pensamiento.
Esta gran muestra podrá visitarse en el Museo Reina Sofía hasta el 28 de agosto y se complementa con la película Frente a Guernica y la instalación sonora de la gallega Loreto Martínez. Sofía Guardiola