Una colección de Alcora en Segre
Incluye una benditera posiblemente de las Descalzas Reales de Madrid
En la próxima subasta de Segre que tendrá lugar el 25 de mayo veremos una apuesta fuerte por el coleccionismo especializado en Alcora, ofreciendo un conjunto de 25 piezas de gran calidad, atesorado a lo largo de los años por el coleccionista David Gallego Salcedo en ferias internacionales como Maastricht o en bienales de París, subastas y anticuarios.
Su interés personal hacia el gusto francés del siglo XVIII derivó en una escogida selección de piezas de la mayor calidad representativas de muchos de los estilos elaborados en la manufactura castellonense.
La Real Fábrica de Alcora fue fundada en 1727 por Buenaventura Ximénez de Urrea, Abarca de Boléa, noveno Conde de Aranda. Atraído por el estilo francés dominante en aquel momento contrató a reputados artesanos de la fábrica de Moustiers, en el sur de Francia, quienes comenzaron sus trabajos bajo diseños de autores franceses como Jacques Callot y Jean Berain.
Alcora fue la primera fábrica que funcionó como tal en España, pues anteriormente la producción de cerámica estuvo en manos de pequeños talleres de tipo familiar. La creación por el Conde de Aranda estuvo ligada a su deseo de competir con las fábricas extranjeras de aquel momento. Ya en la Real Cédula de 1729 se manifiestaba el deseo monárquico de Felipe V de que la materia que allí se trabajaba fuera tan buena o mejor que la de las demás fábricas de Europa. Una intención de elaborar piezas de lujo con calidad técnica y estética, que renovasen la tradicional cerámica española y siguieran las modas del momento.
Este proyecto de poner de moda manufacturas de lujo estaba en la línea del colbertismo francés, que promovía entre las clases nobles de grandes rentas a levantar empresas que proporcionasen prestigio a su título y un desarrollo económico a su país. Particularmente es notorio el interés de su creador por dotar a la fábrica de repertorios pictóricos acorde al momento, razón por la cual fue adquiriendo en sus viajes por la Europa ilustrada numerosos grabados y dibujos que, más tarde, sirvieron como modelos para los diseños incorporados en las piezas.
Tal es el caso del lote 1194, un obelisco en loza esmaltada y policromada de Alcora datado entre 1727-1759 con una decoración de bustos de dama, niños y lambrequines –propia de los primeros tiempos de la manufactura en una contenida policromía de azul, amarillo y marrón, que a veces se hace verdoso–, de 36 cm de altura. Saldrá a la venta en 14.000 €.
Continuando con las piezas de gusto afrancesado, de dibujo estudiado y caligráfico, sobresalen los albarelos 1199 y 1200 en cerámica esmaltada y policromada en azul, hacia 1727-1749, cuya calidad técnica se ve reflejada en la valoración que han realizado de 10.000 € cada uno.
El tema de chinescos –a veces grotescos–, tomado del repertorio de Jacques Callot, es algo muy presente en las artes europeas del siglo XVIII y no es extraño encontrar una profusión de su uso en estas cerámicas levantinas.
Esta serie siempre cobra un valor superior cuando en su decoración aparecen escenas figurativas de corte galante, mitológica o incluso derivada de la comedia del arte o el ballet dieciochesco, como vemos en la pieza 1196, una fuente de 43 cm, hacia 1736-1749 valorada en 12.000 € .
La fuente núm. 1195 de la misma época, serie y estimación cuenta además con la firma de Jacinto Causada, reconocido decorador de la fábrica.
Las PLACAS y las BENDITERAS son piezas con una destacada importancia dentro de esta colección. El soporte empleado ya en el renacimiento italiano bajo el género istoriato tenía una función meramente ornamental, suplantando a los cuadros al disponerse en la pared.
En este apartado también podemos hablar de las pilas de agua bendita, aunque su última finalidad sea distinta. Los diseños de estas fueron variando desde los comienzos, en los que tan solo se disponía un pequeño copete en la parte superior, hasta los marcos plenamente barrocos con bordes recortados y rocallas perimetrales.
Los temas tratados podían ser de corte profano o de tipo religioso, como dos que salen ahora a la venta, y solían ser encomendadas a los pintores más experimentados. De la primera época (1727-1759) ofrecen la num. 1189, con la Visitación de la Virgen a su prima Isabel sobre un formato oval. Por ella requieren 18.000 €.
Una de las piezas más llamativas de la convocatoria es la benditera 1207 que representa a la Divina Pastora, hacia 1727-1750 que partirá en 33.000 €.
Como comenta Doña Maria Antonia Casanovas en el catálogo sobre la Loza y porcelana en el museo de cerámica de Barcelona (1998), pag. 108 : “Las pilas de Agua de la divina pastora, presentan marcos de volutas más complicados, policromía más viva y extensa, y receptáculos afacetados decorados con lambrequines. Se realizaron para celdas del convento de la Descalzas Reales de Madrid, en 1743″.
Si comparamos la benditera procedente del Convento Real de las Carmelitas Descalzas de Madrid, con la ficha de descripción nº 241 de dicho catálogo, vemos cómo el modelo de placa es similar a la presentada en venta que, junto con una calidad superior en la representación pictórica, nos lleva a deducir que muy posiblemente este lote formó parte de la serie de placas encomendada por el convento a la fábrica de Alcora en 1743, y cuyo encargo recayó en los siete mejores pintores de aquel momento: Miguel Soliva, Cristóbal Cros, Grangel, Miguel Vilar, Rocafort, Serranía y Vicente Pastor.
Otra placa de gran calidad es la num. 1208 que representa a San Pascual de Bailón (patrono de Castellón y de la manufactura de Alcora) , realizada hacia 1736-1749 y valorada en 30.000 €. Con el tiempo cayeron en desuso las placas con decoración perimetral de rocalla pasando a desarrollarse unos marcos moldurados jaspeados imitando mármol como el que aparece en el lote 1202, y titulada La apoteosis de Carlos III, firmada con una A. El museo de la cerámica de Barcelona posee una similar, pero a diferencia de esta, la que se subasta cuenta con una policromía excepcional y conserva completo el esmalte del dibujo. El coleccionista que desee comprarla deberá abordar los 20.000 € requeridos.
Finalizamos esta tipología nombrando la número 1198, ya de segunda época 1742-1798, con la Imposición de la casulla a San Anselmo y a un precio menor por la época y por una mayor sencillez estructural (no así su calidad pictórica) de 8.000 €.
La escultura también forma parte de la producción de Alcora. En un primer momento se elaboran pequeñas figuritas de niños para pasar a crear, en fechas posteriores, los famosos platos de engaño con lagartos (de los que también se subastan unos cuantos); pero es a partir de 1745, cuando se contrata a Julián López, cuando toma fuerza la escultura exenta dentro de su producción.
Muchas veces un mismo tema se crea en diferentes pastas que puede ser barnizada o no, al igual que decorada con esmaltes, a veces incluso se las metaliza. En la subasta aparece representada en el número 1188 una imagen de león atacando a un caballo. Modelo de barro realizado por Joaquín Ferrer en 1789 inspirado en una escultura de bronce realizada por Antonio Susini en 1580, sigue el modelo de Juan de Bolonia (1529-1608).
Debió ser un grupo bastante popular dado el número de ejemplares conservados, algunos con variaciones como la disposición sobre peana circular recubierto con o sin barnices cerámicos, o sin cocer como el del museo de la cerámica de Barcelona y el conservado en la Hispanic Society of America y que está realizado en pasta tierna recubierto con esmalte estannífero blanco. Este diseño -que ya en su día marcaba un alto precio de compra en la fábrica frente al resto de piezas- saldrá en un valor estimado de 6.000 €.
En el siglo XVIII, con la llegada de Carlos III a la corte, las costumbres relacionadas con la mesa se van refinando, ampliándose considerablemente el número de formas de cerámicas usuales. Ejemplo de ello es la castañera y plato a juego 1204 de finales del siglo XVIII que simula un trabajo de cestería, está decorado con paisaje y rematada por un busto de color. Este refinado objeto ha sido tasado en 26.000 €.
A lo largo del artículo hemos podido comprobar la singularidad de las piezas ofrecidas, muchas de ellas cuentan con ejemplos muy parecidos en los principales museos de cerámica nacionales o en los internacionales, como es el caso de la colección conservada en la Hispanic Society. Algunas son únicas, otras inusuales, lo que las pueden hacer atractivas para las instituciones públicas o para los experimentados coleccionistas de gran solvencia. Resultará interesante ver cómo responderá nuestro mercado a esta venta. Noemí Marín