Un murciélago y dos orejas. Sanguina y aguada roja a pincel. Principios 1620. Nueva York, Lent by The Metropolitan Museum of Art, Rogers Fund, 1972.
RIBERA, UN MAESTRO DE PAPEL EN EL PRADO
*La pinacoteca española presenta una muestra que recoge medio centenar de dibujos del autor, algunos de ellos inéditos.
*Gabriele Finaldi, comisario de la muestra, publica el catálogo razonado con 155 disegni autógrafos y cinco atribuidos
Maestro del pincel pero también de la pluma y el lápiz. José de Ribera fue un dibujante empedernido metódico, minucioso y detallista que “trabajaba todas las noches”. Supo significarse del resto de autores que vivieron bajo la estela de Caravaggio, gracias a una prodigiosa capacidad para crear modelos propios y a su habilidad técnica para el dibujo (una práctica poco extendida entre los caravaggistas).
Ribera pasó prácticamente toda su vida en Italia, pero siempre mantuvo sus raíces, por eso firmaba como “Lo Spagnoletto” y como tal fue conocido entre sus coetáneos. Con apenas 15 años llegó a Roma y en 1616 viajó a Nápoles, ciudad donde vivió, bajo la protección del virrey Manuel de Fonseca y Zúñiga, VI conde de Monterrey. Allí se casó con Caterina Azzolino, allí formó su familia y allí desarrolló prácticamente toda su producción.
Ribera. Maestro del dibujo propone un recorrido cronológico por la obra gráfica del artista, quien mantuvo en sus obras sobre papel la misma genialidad que en sus lienzos. Medio centenar de dibujos se exhiben ahora en el Museo del Prado para ilustrar una faceta poco conocida del autor y sorprender al visitante con su variedad de asuntos tratados; a las obras religiosas y santos mártires típicos riberescos, se suman singulares composiciones mitológicas e inéditas escenas de caza, además de estudios anatómicos y creaciones fantásticas.
Acróbatas, san sebastianes, mujeres urbanitas, silenos borrachos, ajusticiados y personajes grotescos invaden las salas del Edificio Jerónimos para dejar constancia de la riqueza temática del autor, que sintió predilección por la fealdad y la violencia (el hombre atado a un árbol es uno de sus motivos recurrentes). Estas obras demuestran, asimismo, la independencia con la que Lo Spagoletto trató sus trabajos sobre papel. Incluso en sus dibujos preparatorios hay variaciones con respecto a la pintura definitiva, como se aprecia en la comparación entre estos y la decena de lienzos que completa el recorrido.
Obras maestras ya conocidas como Sansón y Dalila del Museo de Córdoba, Aquiles entre las hijas de Licomedes del Teylers Museum de Haarlem o San Alberto del Brisith Museum, se exhiben junto a otras inéditas en España, como Hércules descansando de la Catedral de Malta o la Adoración de los Pastores, de los Museos Estatales de Berlín. Este es el último dibujo que hizo Ribera, está fechado dos años antes de su muerte y muestra un trazo más inseguro, con varias correcciones y tachones. Nada que ver con la fuerza, la precisión y la seguridad de esa primera sanguina conservada de su mano, Cabeza de guerrero (hacia 1610-1615), único trabajo de la época romana.
UN CATÁLOGO PARA CULMINAR DOS DÉCADAS DE TRABAJO
La exposición que ahora se presenta en el Prado supone, además, la culminación de un proyecto iniciado por Gabriele Finaldi antes de abandonar la pinacoteca madrileña para dirigir la National Gallery. Una iniciativa que esconde no solo el esfuerzo por reunir todos estos dibujos, sino también el trabajo de dos décadas de estudio, desde que presentó su tesis sobre el artista, en 1995. El resultado es un catálogo razonado sobre los dibujos de Ribera, en el que se identifican 155 obras autógrafas y cinco atribuidas. Un esfuerzo ímprobo, si tenemos en cuenta que en 1923 apenas se conocían doce disegni. El volumen, editado en colaboración con la Fundación Focus de Sevilla y The Meadows Foundation de Dallas, tiene textos del propio Finaldi, Elena Cenalmor –de la Dirección Adjunta del Museo del Prado– y Edward Payne (Senior Curator of Spanish Art en Auckland Castle).
Ribera. Maestro del dibujo podrá visitarse hasta el 19 de febrero de 2017. Después viajará a Dallas para exponerse en el Meadows Museum. Sol G. Moreno