El esplendor de Rubens late de nuevo en Amberes
Pedro Pablo Rubens. Retrato de Jan Wildens. 1616/1617. Colección particular

El esplendor de Rubens late de nuevo en Amberes


 

Pedro Pablo Rubens (Siegen, 1577-Amberes, 1640) ocupa un lugar muy destacado en la pintura europea y fundamental en el barroco de Flandes, ejerciendo una influencia notable en el arte occidental y teniendo una dimensión que no ha dejado de crecer desde el siglo XVII en la historia del arte y en su impronta en Amberes. Ahora Turismo de Flandes y la Ciudad de Amberes han organizado dentro  de Maestros flamencos 2018-2020,  en torno a Rubens, Brueghel y Van Eyck, el festival urbano cultural Amberes Barroco 2018. Rubens inspira, que incluye durante este año y parte del próximo un ambicioso programa de ocho exposiciones, bien del tiempo de Rubens como del diálogo de éste y sus coetáneos con artistas contemporáneos, así como actividades de música, teatro, fotografía, literatura y arte callejero. La inversión de la organización supone alrededor de 8,8 millones de euros y con esta ambiciosa programación esperan atraer más de 600.000 visitantes, muchos de ellos procedentes de otros países.

El alma de Rubens, uno de los pintores preferidos por Felipe IV, y por otros monarcas y líderes europeos está muy ligado a la capital de Flandes, salvo en el período en que viajó a Italia, de donde regresó en 1608 para fijar su residencia en Amberes. Más de 50 obras maestras del maestro flamenco están presentes en espacios como la Catedral de Amberes, uno de los ejemplos góticos más bellos de  Europa, donde se exhiben pinturas de excelencia como el Descendimiento de la Cruz , el tríptico La Elevación de la Cruz o La Resurrección de Cristo, pero su huella también está presente  en las iglesias de San Carlos Borromeo, San Andrés, Santiago o San Pablo, sin olvidar su relación y las obras que albergan el Museo Plantin-Moretus, dos impresores de los siglos XVI y XVII, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, que exhibe entre otras joyas doce pinturas de Rubens, algunas dedicadas a creadores del Museo y a su familia, otro lienzo de Benito Arias Montano y uno de Séneca en su vejez, de soberbia factura en la expresión de sus ojos.

Sin embargo, el centro neurálgico del pintor flamenco quizá sea el Centro de Estudios dedicado a él  (Rubenianum) y su Casa Museo, que actualmente está en fase de restauración tanto su pórtico como el edificio que da al bello jardín y que se prevé que concluyan las obras de rehabilitación el próximo año. En la casa y el taller del artista se exhibe la exposición El regreso de Rubens, comisariada por Ben van Beneden, director de la Casa Rubens y uno de los expertos en la obra del maestro amberino. La muestra se podrá visitar hasta el 15 de marzo de 2019.

Peter Paul Rubens. El Martirio de San Andrés. 1638. Fundación Carlos de Amberes de Madrid. Foto: Ans Brys
Peter Paul Rubens. Autorretrato. Casa Rubens. Foto Ans Brys.

Con motivo de Amberes Barroco 2018. Rubens inspira, el conjunto de obras que se exhibe habitualmente en la Casa Rubens  como el autorretrato de Rubens, recién restaurado en Bruselas, del que se han eliminado diferentes capas hasta devolver el esplendor a esta instantánea que revela el vigor de Rubens pocos años antes de su muerte, y destacar algunos préstamos temporales de obras de gran valor pictórico como el Martirio de San Andrés, pintado por Rubens en 1638, y que se podrá ver casi 400 años después en Amberes, procedente de la Fundación Carlos de Amberes de Madrid, una pieza singular pintada en la capital española e inspirada en una composición de su maestro Otto van Veen. Con esta obra Rubens supo ilustrar con precisión los objetivos de la Contrarreforma y el papel tan importante que desarrollaron los artistas de la época  para fijar una imagen al servicio del poder en un período muy convulso.

Además sobresale un autorretrato de Jacob Jordaens (1593-1678), quien junto al propio Rubens y Van Dyck fue uno de los tres grandes pintores de los Países Bajos meridionales. El de Jordaens es un autorretrato de madurez y también se puede ver junto al de Anthony van Dyck cuando tenía 15 años y era el principal discípulo de Rubens, y el citado autorretrato de Rubens. Fueron tres artistas dotados de talento y de gran seguridad. Y óleos de Adam van den Hoecke y una efigie del pintor de paisajes Jan Wildens, captado por Rubens, que se unen a dos composiciones de Tiziano y de Tintoretto, esta última perteneció a David Bowie y su último propietario decidió que volviera temporalmente a Amberes, para exponerse en la Casa Museo.

En esos espacios interiores que habitó el pintor como en el jardín con sus parterres, el pabellón y el pórtico que están siendo restaurados, late el alma de un artista poliédrico, consciente de la importancia que su obra tuvo en la sociedad amberina y europea de su tiempo, que además ahonda en darnos a conocer una arista no demasiado conocida como fue el Rubens arquitecto de pórticos y pabellones. Sin duda, Rubens continúa proyectando su halo de luz entre nosotros.

El talento de Michaelina Wautier 

Además la Casa de Rubens ha organizado con el MAS la primera retrospectiva de  Michaelina Wautier (1604-1689), comisariada por Katlijne van der Stighelen, que reúne alrededor de una treintena de obras, entre pinturas, esculturas y manuscritos, más de una veintena de la pintora barroca flamenca. Michaelina cultivó la pintura junto a su hermano Charles y demostró en su larga existencia poseer un gran talento compositivo. Su vida está poco documentada, salvo que se asentó en Bruselas, en un período donde era raro que las mujeres se dedicaran a las artes plásticas, si exceptuamos los casos de Clara Peeters, Sofonisba Anguissola y Artemisia Gentileschi, entre otras.

Como puede observarse en los más de veinte óleos que salieron de su mano abordó una gran variedad de géneros, desde el retrato hasta temas religiosos, pasando por cuadros de historia a gran escala o escenas mitológicas. En el recorrido se ven cabezas de niños en movimiento y piezas maestras como Bodas místicas de Santa Catalina (1649), que ha sido restaurada recientemente; el monumental Triunfo de Baco, hacia 1655, un óleo perteneciente al Kunsthistorishes Museum de Viena, donde Michaelina reveló un profundo conocimiento de la anatomía masculina y una paleta de color atrevida pero en equilibrio. Ella también forma parte de la escena mirando al espectador, algo que se puede confirmar por su extraordinario parecido con el autorretrato con paleta que cuelga al inicio de la exposición, junto a otro de un jesuita vestido con ropajes chinos. La muestra, que permanecerá abierta hasta el 2 de septiembre,  se completa con obras de su hermano Charles Wautier y de otros coetáneos de Michaelina  como Van Oost I, Michael Sweerts, junto a algunas esculturas y manuscritos. Una ocasión única para contemplar el universo plástico de una creadora misteriosa. Julián H. Miranda

Michaelina Wautier. Vista de Autorretrato. Óleo sobre lienzo. Colección particular. Foto; Ans Brys
Michaelina Wautier. El triunfo de Baco. Óleo sobre lienzo. Kunsthistorisches Museum Vienna.