LEANDRO ERLICH: “NO HAY NADA QUE NO MUTE O QUE PERMANEZCA AJENO A LA EVOLUCIÓN”

LEANDRO ERLICH: “NO HAY NADA QUE NO MUTE O QUE PERMANEZCA AJENO A LA EVOLUCIÓN”

LEANDRO ERLICH: “NO HAY NADA QUE NO MUTE O QUE PERMANEZCA AJENO A LA EVOLUCIÓN”

Leandro Erlich (Buenos Aires, 1973) es un artista multidisciplinar que despunta dentro del panorama cultural argentino. Lo hemos podido ver en esta última edición de ARCOmadrid 2017, en Otazu ArtWeekend  con la presentación de su instalación Valkirias y ahora en la Fundación Telefónica. Su obsesión, su certeza, es una: que las cosas no permanecen para siempre. Por eso se empeña en rediseñar espacios, crear trampantojos y desafiar al espectador a que los descubra. En la exposición que acaba de inaugurar en el Espacio Fundación Telefónica, Certezas efímeras, presenta dos instalaciones donde el público se convierte en protagonista, especialmente en Changing room, una pieza formada por probadores que “conforman una suerte de laberinto” donde la gente participa, se pasea y se ve reflejada (¿Serán realmente espejos?). La segunda instalación, Nidos de las nubes, aún la estoy contemplando medio a oscuras cuando llega el artista.

Leandro Erlich. “Italia” de su serie “Nido de las Nubes”.

-Hábleme de esta serie, parecen nubes de algodón.

-Se compone de siete esculturas que son nubes atrapadas en vitrinas. A primera vista lo que se ve es lo obvio, pero luego se descubre que estas nubes llevan la forma de mapas y países determinados. El origen de la serie está ligado al momento del brexit, los siete países que represento son los fundadores de la Comunidad Económica Europea (CEE) más España, porque me parecía pertinente, puesto que la presento aquí.

-Ha titulado a la exposición ‘Certezas efímeras’ ¿No resulta un poco contradictorio?

-Bueno, parece que una certeza es algo de lo que estás seguro, como una verdad que se mantiene. Pero yo creo que también puede ser efímera, eso no tiene por qué ser una contradicción. Lo que sucede es que parece difícil que imaginemos que algo que es una certeza dure poco.

-Confieso que la última certeza efímera que he tenido ha sido ahora mismo: estaba equivocada, no eran nubes sino países.

-Claro, creo que ese desengaño que nos provoca nos lleva a cierto estado de reflexión y a descubrir todo lo demás que está por venir.

-¿Como el futuro del arte argentino, por ejemplo? Se habla mucho de ello esta semana con ARCOmadrid. 

-Estos días me han preguntado mucho sobre este asunto y creo que la exposición y mi decisión de mostrar Nidos de las nubes también está relacionado con Argentina y sus particularidades. Es un país muy joven, su historia no tiene más que 201 años, por eso su relación con Europa siempre ha sido muy próxima y estrecha. Aún hoy, dos siglos después, Argentina sigue viendo al Viejo Continente como un faro, de hecho este argentino con nubes llenas de miradas europeas son una prueba más de cuánta atención prestamos a Europa. En cualquier caso, en Argentina cada familia viene de un lugar diferente, aunque después se han fusionado y entreverado realmente, por eso resulta complejo hablar de identidad argentina, porque es algo que aún se está gestando.

-En sus obras siempre pide la participación del espectador. ¿Qué papel ocupa el público en sus obras? 

-A veces termina siendo parte de la pieza. De hecho hay veces en las que debe participar para que la obra se complete; esto sucede en el caso de Valkirias de Otazu, por ejemplo, si el espectador no corre y golpea los tubos musicales dispuestos en línea, la pieza no se entiende.

-Históricamente el espectador siempre se ha dedicado a mirar el arte, a contemplarlo simplemente. Usted en cambio le convierte en protagonista. 

Leandro Erlich junto a una de las obras de la serie “Nido de nubes”.
Detalle de la instalación “Changing room” de Leandro Erlich.

-La tendencia a la interacción es algo que estamos viviendo desde diferentes ámbitos más allá del arte. En las últimas décadas del siglo XX se ha creado un modelo de mucha participación con el móvil, la Tableta, etc. Además, las Redes Sociales han puesto al espectador como protagonista y ahora la gente busca ese protagonismo.

-En ‘Changing room’ modifica el espacio de ese cubículo donde habitualmente uno se prueba las prendas y en ‘Valkirias de Otazu’ modifica el paisaje. ¿De dónde le viene esa interés por el estudio espacial, de sus padres quizá?

-Sin duda. He crecido en una familia de arquitectos y para mí el tema del espacio ha sido un tema de reflexión. La misión de la arquitectura siempre se ha vinculado a lo funcional: una casa para dar cobijo, el comedor para comer, los probadores de las tiendas… todos ellos tienen una misión. A mí lo que me ha interesado siempre es volver sobre estos espacios, despojarnos de su función y crear historias nuevas.

-¿Cuál es su participación en ARCOmadrid 2017 (tiene como país invitado a Argentina)? 

-Llevo dos piezas con la galería Nogueras Blanchard y luego la galería Benzacar muestra varias fotografías mías. A veces hago imágenes tomadas a partir de piezas efímeras que después se han destruido. En ese caso la imagen no solo tiene carácter documental sino que también conserva un interés estético.

-¿Destruye a menudo sus obras? 

-No es una decisión consciente, a veces se producen para alguna bienal u otro evento cultural y no tienen posibilidad de mantenerse en el tiempo.

-¿Cómo fueron sus inicios en el arte?

-Comencé pintando y haciendo esculturas. Desde muy temprano descubrí el trampantojo y la percepción como un recurso para poder reflexionar sobre el orden de lo real.

Leandro Erlich. “Valkirias de Otazu. Preludio del Señorío”. 2017.

-¿Para engañar al espectador?

-Para incitarle a reflexionar, para abrir una ventana y descubrir que lo que es real también va cambiando permanentemente, la humanidad avanza y hay muchas cuestiones que se han ido modificando, independientemente de que cada cierto tiempo el hombre crea haber llegado a algo definitivo.

-Y volvemos de nuevo a las certezas efímeras…

-Es que no hay nada que no mute o que permanezca ajeno a la evolución. Sol G. Moreno